El desvío, según la Internacional Situacionista

Quinta entrega de la selección de textos que estamos subiendo al blog de Los situacionistas de Mario Perniola, que acabamos de reeditar en Acuarela Libros.

El desvío


El concepto de desvío ha tenido siempre un valor de carácter provisional e instrumental, inicialmente definido como «la integración de las producciones actuales o pasadas de las artes en una construcción superior del ambiente». Según los situacionistas, el desvío presenta dos aspectos fundamentales: por un lado, la pérdida de importancia del sentido original de cada elemento singular y autónomo y, por el otro, la organización de un conjunto de significaciones diferente, que viene a conferir a cada elemento un alcance nuevo. En el fondo se trata de una práctica ya frecuente en la actividad de la vanguardia artística: el collage y el ready-made representan la atribución de un nuevo valor a elementos preexistentes. Sin embargo, la diferencia entre los desvíos artísticos y los situacionistas consiste en el hecho de que mientras el punto de llegada de los primeros es una obra que tiene un valor autónomo todavía artístico, el de los segundos es un producto que, si bien puede valerse de medios artísticos e incluso de obras de arte, se revela inmediatamente como negación del arte, sobre todo por el carácter de comunicación inmediata que lo impregna. En este sentido, los bocadillos añadidos por los situacionistas a las obras de arte del pasado representan una forma elemental de desvío, de superación del arte. La importancia de este procedimiento consiste en el hecho de que a través de él objetos e imágenes que guardan una estrecha relación con la sociedad burguesa (obras de arte, pero también anuncios publicitarios, manifiestos de propaganda, fotografías pornográficas, etc.) se sustraen a su destino y finalidad para ser colocadas en un contexto cualitativamente distinto, en una perspectiva revolucionaria. Así, tanto las cosas más excelsas como las más banales pueden ser objeto de una apropiación mucho más profunda de la que implica su mero disfrute pasivo o su posesión económica. La generalización del desvío puede llevar a un verdadero descondicionamiento cultural –en sentido propio– y constituir una de las posibles respuestas del proletariado a la recuperación que la burguesía pretende hacer de sus manifestaciones creativas.

Traducción: Álvaro García-Ormaechea
Ilustración: Archivo situacionista

Entregas anteriores de Los situacionistas
La superación del arte
Hacia un cine situacionista
La última vanguardia del siglo XX
Los orígenes de la Internacional Situacionista


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© de la presente edición: 2010 Ediciones Acuarela y Machado Grupo de Distribución, S.L.

Copyright y maremoto, por Wu Ming 1

(texto de Wu Ming 1 incluido en Esta revolución no tiene rostro)

Actualmente existe un amplio movimiento de protesta y transformación social en gran parte del planeta. Tiene potencialidades constituyentes desmesuradas, pero aún no es completamente consciente de ello. Aunque su origen es antiguo, se ha manifestado sólo recientemente, apareciendo en varias ocasiones bajo los reflectores mediáticos y, sin embargo, trabajando día a día lejos de ellos. Está formado por multitudes y por singularidades, por retículas capilares en el territorio. Cabalga las más recientes innovaciones tecnológicas. Le quedan pequeñas las definiciones acuñadas por sus adversarios. Pronto será imparable y la represión nada podrá contra él.

Es lo que el poder económico llama "piratería". Es el movimiento real que suprime el actual estado de las cosas.

Desde que –no hace más de tres siglos– se impuso la creencia en la propiedad intelectual, los movimientos underground y "alternativos" y las vanguardias más radicales la han criticado en nombre del "plagio" creativo, de la estética del cut-up y del "sampling", de la filosofía "do it yourself". De más moderno a más antiguo se va del hip-hop al punk al proto-surrealista Lautreamont ("El plagio es necesario. El progreso lo implica. Toma la frase de un autor, se sirve de sus expresiones, cancela una idea falsa, la sustituye con la idea justa."). Actualmente esta vanguardia es de masas.

Durante decenas de milenios la civilización humana ha prescindido del copyright, del mismo modo que ha prescindido de otros falsos axiomas parecidos, como la "centralidad del mercado" o el "crecimiento ilimitado". Si hubiera existido la propiedad intelectual, la humanidad no habría conocido la epopeya de Gilgamesh, el Mahabharata y el Ramayana, la Ilíada y la Odisea, el Popol Vuh, la Biblia y el Corán, las leyendas del Graal y del ciclo artúrico, el Orlando Enamorado y el Orlando Furioso, Gargantúa y Pantagruel, todos ellos felices productos de un amplio proceso de conmixtión y combinación, reescritura y transformación, es decir, de "plagio", unido a una libre difusión y a exhibiciones en directo (sin la interferencia de los inspectores SIAE).

Hasta hace poco, las empalizadas de las “enclosures” culturales imponían una visión limitada, luego llegó Internet. Ahora la dinamita de los bits por segundo vuela esos recintos y podemos emprender aventuradas excursiones en selvas de signos y claros iluminados por la luna. Cada noche y cada día millones de personas, solas o en colectividad, rodean/violan/rechazan el copyright. Lo hacen apropiándose


Descárgate el cómic sobre Johnny Cash "Anillo de Fuego"



Volvemos a ofreceros otra de nuestras publicaciones, en este caso Anillo de fuego, el cómic de Joaquín Secall (dibujo) y Javier Lucini (texto) con el que acompañamos Man in Black, la autobiografía de Johnny Cash. En esta ocasión, en lugar de una descarga PDF, puedes ver el cómic e imprimírtelo en


Atraco perfecto (sobre la crisis)

(Rafael Poch, LaVanguardia, 8.2.2011)

Es el atraco perfecto. Con alevosía y reiteración. Primero una quiebra del sistema financiero, víctima de su propio latrocinio, que se salva mediante un rescate astronómico a base de dinero público. La cifra del coste neto del rescate para el conjunto de los países del G-20 facilitada por el Ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, es 905.000 millones de dólares. Sumado al monto de los paquetes de estímulo de los respectivos estados nacionales, toda esa inyección aumentó en un año la deuda pública de la eurozona en casi diez puntos, desde el 69,3% en 2008, al 78,7% del PIB en 2009. Entonces se preparó el terreno para el segundo atraco. El truco ha sido olvidar el motivo y centrarse en la consecuencia. El problema es la deuda, se dice, no el orden atracador que la ocasionó. El casino ha desaparecido. Es la deuda. ¿La solución?: un segundo robo.

El segundo atraco es el desmonte social. La deuda es resultado del excesivo gasto social, se dice. Así pues; menos seguro de paro, peor seguridad social, más privatización, más desmonte de lo público, retroceso de derechos laborales, más abuso y más desigualdad. Los ladrones del primer atraco regresan al escenario del crimen para robar más. Los bancos siguen generando beneficios, en Europa y América el año pasado. Las reestructuraciones se utilizan para comprar a bajo precio otros bancos, acabar con los aspectos no lucrativos de las cajas de ahorro y continuar engordando. En las empresas todos se cuadran, ¿quién se atreve a ser gallito? Un nuevo miedo alimenta la disciplina del sí a todo y a cualquier precio. No hay línea de contención: hasta los sindicatos firman. El horizonte es un regreso al antiguo régimen absolutista, donde el patrón tenía derecho de pernada. Lo que quedaba de la dignidad del trabajador, del empleado, del profesional, se va al garete. ¡Esto es el ejército, chico!

Ha habido mucho delito en todo lo que ha ocurrido en esta crisis, pero ni un sólo proceso judicial, señal indudable de una grave degeneración del Estado de derecho, cuyo mensaje es: los criminales no pagan. Si es así, la democracia no vale una higa, robar no es delito, la irresponsabilidad se premia. Vale todo. La arruga es bella. Esta impunidad pasará factura, no lo duden.

En toda Europa cobran un nuevo vigor ideologías y actitudes de desprecio del débil y de ridiculización de la solidaridad, la ética y el espíritu recto (“buenismo”), que están directamente emparentadas con las que convirtieron Europa en una cloaca sangrienta hace ochenta años.

En la Unión Europea hay que coordinarse económicamente, es cierto, pero el asunto se utiliza para imponer más austeridad y recorte en nombre de la “competitividad”. El planteamiento está manifiestamente errado, y en especial para los países más débiles de la zona euro a los que la receta asfixia aun más. Y he aquí que toda una legión de tecnócratas y servidores mediáticos repiten como loritos lo de “hacer los deberes”, “no somos competitivos” porque tenemos demasiados derechos, somos “poco flexibles”, trabajamos poco y nos jubilamos demasiado pronto teniendo en cuenta la “evolución demográfica”… La crisis no es sólo un asunto de bancos, es del sistema, todo él, incluido su aparato de propaganda, disciplinado y mendaz. Alemania, el país que está liderando esta vía a ninguna parte en la Unión Europea es presentada como modelo de virtud y razón por toda esa legión. “Ellos crecen porque hicieron los deberes antes”, dicen, sin entender nada. Los propios políticos, presionados por una apisonadora que les priva de toda soberanía, aplauden una política directamente adversa al “interés nacional” del país. Estupidez y masoquismo.

Es el atraco perfecto: con el aplauso de gran parte de las víctimas, mientras otra gran parte duerme el dulce sueño de la telebasura que le brinda el entretenimiento. Hasta los que son conscientes de la situación, se niegan a tomar la palabra. Cuando la necesidad de un enérgico y general rechazo se está haciendo imperativa, ni siquiera tenemos una Plaza Tahrir.

(Ilustración extraída de La Casa del Arce Rojo)


Hemos dejado de esperar (constelación Tiqqun-Comité Invisible)

(fragmento de Llamamiento)

Sabemos que construir una potencia de cierta amplitud llevará tiempo. Hay muchas cosas que ya no sabemos hacer. A decir verdad, como todos los beneficiarios de la modernización y de la educación dispensada en nuestras regiones desarrolladas, ya no sabemos hacer casi nada. Incluso recoger plantas para darles un uso, ya no decorativo, sino culinario o médico, pasa hoy por arcaico cuando no, y esto es peor aún, por algo simpático.

Pero hacemos una constatación simple: cualquiera dispone de una cierta cantidad de riquezas y de saberes que el simple hecho de habitar estas regiones del viejo mundo vuelve accesibles y pueden ponerse en común.

La cuestión no es vivir con o sin dinero, robar o comprar, trabajar o no, sino utilizar el dinero que tenemos para acrecentar nuestra autonomía en relación a la esfera mercantil.

Y si preferimos robar a trabajar y autoproducir a robar, no es por problemas de pureza. Es porque los flujos de poder que acompañan a los flujos de mercancías, y el sometimiento subjetivo que condiciona el acceso a la supervivencia, son hoy exorbitantes.

Habría muchos modos inapropiados de decir lo que pretendemos: ni queremos irnos al campo ni reapropiarnos de los antiguos saberes y acumularlos. Nuestra tarea no pasa simplemente por una reapropiación de medios. Tampoco por una reapropiación de saberes. Si juntásemos todos los saberes y todas las técnicas, toda la creatividad desplegada en el campo del activismo, no obtendríamos un movimiento revolucionario. Es una cuestión de temporalidad. Una cuestión de construir las condiciones para que una ofensiva pueda alimentarse sin extinguirse, estableciendo las solidaridades materiales que le permitan sostenerse.

Creemos que no hay revolución sin constitución de una potencia material común. No ignoramos el anacronismo de esta creencia.

Sabemos que es demasiado pronto y, a la vez, demasiado tarde, y es por eso que tenemos tiempo. Hemos dejado de esperar.


La bandera de la serpiente (¡sólo el Tea Party se mueve en la crisis!)

(fragmento de un artículo de Thomas Frank en Harper's Magazine)

Hace tres años desde el comienzo oficial de la recesión y la marea de desempleo todavía sigue altísima. Los inversores han buscado refugio en terrenos más elevados. Al mercado de la vivienda, construido sobre arenas imaginarias, se lo tragó el mar.

A lo largo de este tiempo, he esperado que se produjera algún tipo de respuesta contundente al sufrimiento económico: una protesta popular por todo el país como la "Petition in boots" (una marcha de parados que en 1894 recorrió el camino entre Ohio y Washington DC para protestar contra el paro durante una de las mayores recesiones de la historia estadounidense); un movimiento de granjeros de Iowa que cortara el tráfico en las carreteras como ocurrió en 1932; o una caravana de tractores que sitiaran Washington como en 1979. Lo único que ha habido es una caravana bien distinta de gente acomodada con sillas de jardín y sombreros al estilo de la Guerra de la Independencia de EE.UU., protestando contra lo que consideran totalitarismo estatal.

En el caso de que te sacara de quicio el rescate de Wall Street —¿y a quién no?— y quisieras manifestar tu indignación, una de las pocas alternativas que has tenido era ondear la bandera de la serpiente (un símbolo del patriotismo y antiestatismo en EE.UU.). Podemos pensar lo que queramos del Tea Party, pero al menos se ha dejado ver. Han estado en el parque de tu ciudad cada dos semanas desde que comenzó la presidencia de Obama y no han tenido mucha competencia.

(Ilustración de Acacio Puig, del libro ¿Qué pasa con Kansas? de Thomas Frank)

Más textos sobre Tea Party y material de Thomas Frank:
El Antipapa toma té
Las lecciones desaprendidas de la crisis
Arrasa el Tea Party: ¿Qué pasa con EE.UU.? (fragmento)
Nueva derecha y malestar social (blog en Público)
La ultraderecha ha robado el lenguaje a la izquierda (entrevista con Thomas Frank)

El abandono de la lucha de clases (¿un Tea Party anti-neoliberal?)

El diario Público (20-2-2011) cuenta que desde la izquierda se quiere lanzar un "Tea Party anti-neoliberal". ¿Por qué la derecha extrema lleva hoy la iniciativa en política, hasta el punto de que la izquierda la imita? ¿Por qué la izquierda ya no entiende ni sintoniza con la furia de la gente común? Thomas Frank ofrece algunas claves para volver legible este extraño fenómeno.

(fragmento de
¿Qué pasa con Kansas? - Cómo los ultraconservadores conquistaron el corazón de Estados Unidos de Thomas Frank)

Los demócratas ya no conectan con la gente que está en el extremo perdedor de un sistema de libre mercado que cada día es más brutal y arrogante.

El problema no es que los demócratas defiendan de manera monolítica el derecho al aborto o que se opongan a los rezos en las escuelas; es que al abandonar el lenguaje de clase que antes los identificaba claramente de los republicanos se han quedado más vulnerables a las cuestiones culturales como la posesión de armas, el aborto y el resto de asuntos cuyo atractivo paranoico se vería normalmente desplazado por los intereses materiales. Vivimos en un entorno en el que los republicanos hablan constantemente sobre las clases –interpretándolas a su manera, claro está–, mientras que los demócratas tienen miedo a sacar el tema. La estrategia política demócrata asume sin más que la gente sabe dónde está su interés económico y que por lo tanto actuará por instinto. Piensan que no hace falta ninguna retórica de clases con ataques a las empresas por parte de los candidatos o portavoces del partido y que ciertamente no hace falta que un progresista se ensucie las manos fraternizando con los descontentos. Basta, creen, con que la gente mire lo que hay en cada lado y comparen: los demócratas son un poquito más generosos en las prestaciones sociales, algo más estrictos en regulación medioambiental y cargan menos contra los sindicatos que los republicanos.

El error gigantesco en este argumento es que la gente no comprende espontáneamente su situación desde un punto de vista global. No se puede esperar que conozcan de forma automática las alternativas que tienen ante sí, las organizaciones a las que pueden apoyar o las medidas que deberían reclamar. La ideología progresista no es una fuerza de la naturaleza kármica que entra en acción cuando el mundo empresarial se excede; se trata de una creación humana que está tan sujeta a reveses y derrotas como cualquier otra. Pensemos en el sistema de prestaciones sociales, impuestos, regulaciones y seguro social que está bajo constante asedio. La Seguridad Social y los organismos reguladores de la sanidad y la alimentación no han surgido de la tierra como por arte de magia en respuesta a los obvios excesos del sistema librecambista; son el resultado de décadas de movimientos, de luchas sangrientas entre huelguistas y las fuerzas del Estado, de agitaciones, avances educativos y una esforzada organización. Pasaron más de cuarenta años desde las primeras chispas de los movimientos de reforma izquierdista de la década de los noventa en el siglo XIX hasta la aplicación real de sus reformas en los treinta del siglo pasado. Mientras tanto las grandes clases acaudaladas seguían beneficiándose de la ausencia de impuestos, regulación y cuestionamiento.

(Ilustración de Acacio Puig, del libro ¿Qué pasa con Kansas? de Thomas Frank)

Este texto es un fragmento de un libro que estamos relanzando, ¿Qué pasa con Kansas? - Cómo los ultraconservadores conquistaron el corazón de Estados Unidos, de Thomas Frank, uno de los análisis que mejor explica de dónde surge la fuerza movilizadora del Tea Party y por qué la izquierda ya no entiende (ni sintoniza con) la furia de la gente común.

Más textos sobre el Tea Party y material de Thomas Frank:
El Antipapa toma té
Las lecciones desaprendidas de la crisis
Arrasa el Tea Party: ¿Qué pasa con EE.UU.? (fragmento)
Nueva derecha y malestar social (blog en Público)
La ultraderecha ha robado el lenguaje a la izquierda (entrevista con Thomas Frank)

Ruptura del tiempo: revolución

(fragmento de Escritos Políticos, de Maurice Blanchot)

Desde el instante en el que, por el movimiento de las fuerzas que tienden a la ruptura, la revolución se manifiesta como posible, de una posibilidad no abstracta, sino histórica y concretamente determinada, desde ese instante, la revolución ha tenido lugar. El único modo de presencia de la revolución es su posibilidad real. Entonces, hay interrupción, suspensión. En esa interrupción, la sociedad se deshace de parte a parte. La ley se desploma. La transgresión se produce: es, por un instante, la inocencia; la historia interrumpida.

Walter Benjamin: «El deseo consciente de romper la continuidad de la historia pertenece a las clases revolucionarias en el momento de la acción. Es una consciencia semejante la que se afirma en la revolución de julio. En la velada del primer día de lucha, simultáneamente aunque por iniciativas independientes, en diversos lugares se abrió fuego contra los relojes de París».

Traducción: Diego Luis Sanromán

De 1968 a 2011, de París a El Cairo: la calle habla
La muerte política
El derecho a la insumisión
La fuerza anónima del rechazo, prólogo de Marina Garcés
Tres apuntes sobre los escritos políticos
En estado de guerra: Maurice Blanchot + Mafia K'1 Fry
El rechazo absoluto de Blanchot
Marina Garcés sobre Blanchot, Albert Camus y Merleau-Ponty

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Descarga "Esta revolución no tiene rostro", de Wu Ming

Añadimos otro libro a la serie de descargas de Acuarela Libros: Esta revolución no tiene rostro, de Wu Ming.

Descarga Esta revolución no tiene rostro

Desde principios y mediados de los 90, un puñado de italianos se embarcaron en una exploración de la simbología contemporánea con la intención de comprender si es posible una reutilización libertaria y no alienante de los mitos. Los miembros de Wu Ming participaron activamente en aquella experimentación como fundadores del proyecto Luther Blissett, un pseudónimo multi-uso que fue adoptado por cientos de personas interesadas en construir la reputación subversiva de un imaginario Robin Hood, elegido como líder virtual de una comunidad abierta que se desarrollaba mediante intervenciones en los medios de comunicación, creación de mitos, escritura subversiva, performances radicales y sabotaje cultural. Con este pseudónimo firmaron Q, para después de su publicación abandonarlo y constituirse como colectivo de escritores y activistas en torno a una nueva firma, Wu Ming, que en chino significa "Sin nombre". Un desarrollo de la apuesta por elaborar una narrativa de emancipación muy pegada al cuerpo del (mal llamado) "movimiento antiglobalización".

Esta revolución no tiene rostro agrupa textos escritos durante los últimos dos años en condiciones y con intenciones muy variopintas: los hay de coyuntura política, cuentos, investigaciones sobre "formas de vida", relatos de la acción política del movimiento global, cartas a periódicos italianos, panfletos, manifiestos, declaraciones, etc. Una buena muestra de la producción de uno de los experimentos político-literarios más relevantes de los últimos años.

Autores de ficciones contra ficciones sin nombre

Operación Goya, Anonymous en la gala de los premios Goya:


Operación Goya en directo
Paisaje sonoro de Anonymous en los Goya
Fotos

Entrevista con Leónidas Martín Saura (Público, 12-2-2011)
"Estamos cansados de mirar, hoy queremos vivir la imagen"

El atolladero en el que se encuentran las imágenes políticas es el toma y daca constante de apropiaciones y reapropiaciones entre el mercado y la creatividad social. El mercado lanza una imagen, la gente se reapropia de ella y le da otro sentido; un movimiento social produce un símbolo, el mercado lo captura después para vender un producto, etc.
Ninguna imagen tiene un significado absoluto y acabado en sí mismo, la construcción de sentido es un juego y una lucha infinita donde no hay una frontera clara entre productores y receptores. (...)

Un movimiento reciente en España se llamaba V de Vivienda en referencia al cómic y la película V de Vendetta, la red internacional Anonymous usa la máscara popularizada por la misma película a modo de símbolo, grupos palestinos acometen acciones de desobediencia civil enfundados en disfraces de na'vi, los personajes de Avatar, algunos hackers defienden la libertad en la Red imaginándose en Matrix, etc. Si los realistas franceses del siglo XIX proponían “pintar lo que se ve”, estas experiencias a caballo entre la imagen y el activismo proponen “hacer lo que se ve”. (...)

Cuando Anonymous tumbó las webs del Ministerio de Cultura y de la SGAE, Matías Prats comentó: “hasta ahora, algo así tan sólo lo habíamos visto en películas de ciencia ficción”. De alguna manera tenía razón. Por supuesto que las sentadas virtuales, o sea, que un grupo de personas se organice para visitar un mismo sitio web a la vez con la intención de provocar su colapso, no es nada nuevo, eso lleva practicándose casi desde los orígenes de Internet; sin embargo, que una red social sin nombre y sin rostro, o mejor dicho, con un falso rostro, se apropie del imaginario de un cómic y una película (V de Vendetta) y obligue a éste a actuar bajo sus mandatos, eso no se había visto tanto. Es casi como un ejercicio de posesión: entrar en otro cuerpo y operar bajo su apariencia".

Mejor traducción 2010: Really the Blues

Really de Blues (Mezz Mezzrow), de Acuarela Libros, recibe el premio del blog literario Estado Crítico a la mejor traducción del 2010:

"Reunido el jurado de los premios Estado Crítico 2010, éste ha decidido (extrañamente, esta vez) por amplia mayoría, conceder el correspondiente a la mejor traducción del año al ínclito Javier Lucini por su espléndido trabajo en una obra tan seminal como Really the blues de Mezz Mezzrow y Bernard Wolfe, por su inconmensurable esfuerzo en contextualizar el slang americano de los años 20, 30 y 40 y por conseguir reavivar un texto que, en traducciones anteriores, carecía del nervio beat con el que fue escrito primigeniamente."


Aquí tenéis un capítulo del libro (en breve subiremos más) y aquí debajo podéis leer al propio Javier explicando su odisea con la traducción:



Uno nunca aprende


En Textos Cautivos, Borges cita a Groussac en un artículo dedicado a la obra Un Manual Homérico de W. H. D. Rouse para referirse a las múltiples traducciones/traiciones al inglés que se han hecho tanto de La Ilíada como de La Odisea; coincidiendo con las opiniones de Andrew Lang y Leconte de Lisle, Groussac apuntaba rotundamente lo siguiente: “Como todo género literario, la traducción en verso tiene sus leyes inviolables y propias; la primera es que no se debe intentar”.

Cuando nuestro querido Abel, con su buen ojo, propuso rescatar el libro Really the Blues para nuestra colección RECorridos, yo no dudé en presentarme voluntario para perpetrar la correspondiente traición sin saber muy bien dónde me estaba metiendo. Si bien es cierto que con algunos parones impuestos por circunstancias ajenas al mero proceso de la traducción que no vienen al caso (y que, en realidad, no fueron tantos ni tan prolongados, quizá no más que lastimosas excusas para la huida), desde que el original en inglés llegó a nuestras oficinas hasta la primera versión traducida, pasaron más de tres años. Me viene ahora a la memoria la imagen de un Coppola desquiciado y muy desmejorado presentando en Cannes Apocalypse Now:


El derecho a la insumisión

"Una vez más, fuera de los marcos y de las consignas establecidas, ha nacido una resistencia, mediante una toma espontánea de conciencia, buscando e inventando formas de acción y medios de lucha en consonancia con una situación nueva, de la que los grupos políticos y los periódicos de opinión han convenido, sea por inercia o timidez doctrinal, sea por prejuicios nacionalistas o morales, no reconocer su sentido y exigencias auténticos."

Aquí tenéis otro fragmento de Escritos Políticos, de Maurice Blanchot, en esta ocasión una declaración colectiva en la que participó Blanchot sobre el derecho a insumisión en el contexto de la guerra de independencia de Argelia:

A principios del pasado julio, por iniciativa de algunos de sus signatarios, la siguiente declaración fue sometida a la reflexión de escritores, artistas, universitarios, y hasta el día de hoy ha recibido la conformidad de 121 de ellos:

Un movimiento muy importante se está produciendo en Francia, y es necesario que la opinión francesa e internacional esté mejor informada al respecto, en el momento en el que el nuevo giro de la guerra de Argelia debe llevarnos a ver, no a olvidar, la profundidad de la crisis que se abrió hace seis años. Cada vez en mayor número, los franceses son perseguidos, encarcelados, condenados por haberse negado a participar en dicha guerra o por haber acudido en ayuda de los combatientes argelinos. Desnaturalizadas por sus adversarios, pero también edulcoradas por los mismos que deberían defenderlas, sus razones quedan generalmente incomprendidas. Resulta, sin embargo, insuficiente decir que esta resistencia a los poderes públicos es respetable. Protesta de hombres heridos en su honor y en la justa idea que se hacen de la verdad, tiene un significado que va más allá de las circunstancias en las que se ha afirmado y que es importante reconquistar, cualquiera que sea el resultado de los acontecimientos.

Para los argelinos, la lucha, llevada a cabo ya por medios militares, ya por medios diplomáticos, no encierra equívoco alguno. Es una guerra de independencia nacional. Pero ¿cuál es su naturaleza para los franceses? No es una guerra con el extranjero. Jamás el territorio francés se ha visto amenazado. Lo que es más: es una guerra contra hombres a los que el Estado aparenta considerar como franceses, pero que, por su parte, luchan precisamente para cesar de serlo. Tampoco bastaría con decir que se trata de una guerra de conquista, guerra imperialista acompañada, por añadidura, de racismo. Hay algo de esto en toda guerra y el equívoco persiste.
De hecho, por una decisión que constituía un abuso fundamental, el Estado ha movilizado en primer lugar a clases enteras de ciudadanos con el solo fin de realizar lo que él mismo designaba como una labor policial contra una población oprimida, la cual no se ha rebelado más que en interés de una dignidad elemental, puesto que exige ser reconocida al fin como comunidad independiente.

Ni guerra de conquista, ni guerra de «defensa nacional», la guerra de Argelia se ha convertido más o menos en una acción propia del ejército y de una casta que se niega a ceder ante un levantamiento del que incluso el poder civil, que se da cuenta del desmoronamiento general de los imperios coloniales, parece dispuesto a reconocer el sentido. Hoy en día, es principalmente la voluntad del ejército la que mantiene este combate criminal y absurdo, y dicho ejército, por el papel político que varios de sus altos representantes le hacen desempeñar, actuando en ocasiones, abierta y violentamente, al margen de toda legalidad, traicionando los fines que el conjunto del país le confía, compromete y amenaza con pervertir a la nación misma, forzando a los ciudadanos a sus órdenes a hacerse cómplices de una acción sediciosa y envilecedora. ¿Hace falta recordar que, quince años después de la destrucción del orden hitleriano, el militarismo francés, como consecuencia de las exigencias de una guerra semejante, ha conseguido restaurar la tortura y hacer de ella, de nuevo, algo así como una institución en Europa?

* * *
Es en estas condiciones en las que muchos franceses han llegado a poner en cuestión el sentido de valores y obligaciones tradicionales. ¿Qué es el civismo cuando, en determinadas circunstancias, se convierte en vergonzosa sumisión? ¿No hay ocasiones en las que el rechazo a servir es un deber sagrado? ¿En las que la «traición» significa el valeroso respeto por lo verdadero? Y cuando, por voluntad de quienes lo utilizan como instrumento de dominación racista o ideológica, el ejército se alza en estado de rebelión abierta o latente

La muerte política

(En este fragmento de Maurice Blanchot, os recomendamos un ejercicio interesante para comprobar la potencia actual de sus Escritos Políticos: donde dice "Francia", sustituidlo por "Egipto", y donde dice "Presidente de la República", cambiadlo por "Mubarak")

Cuando acontece que, al hablar de tal o tal otro como por descuido, decimos «está políticamente muerto», sabemos que tal juicio no afecta tan sólo al otro, nos afecta a todos, con pocos matices. Hay que aceptarlo e incluso admitirlo reivindicándolo. La muerte política vela en nosotros, «luz en la tumba», para ahorrarnos todo divertimento, toda cavilación cotidiana, toda palabra de fácil recriminación; más precisamente, toda posibilidad de supervivencia. La muerte política, esa que hace aceptar lo inaceptable, no es un fenómeno individual. Participamos en ella, querámoslo o no. Y en la sociedad francesa, cuanto más nos elevamos, mayor se hace la muerte, hasta alcanzar, en la cumbre, la desmesura irrisoria, una presencia de humanidad petrificada. Si hay hoy en día en este país un hombre políticamente muerto, es ese que porta –¿lo porta realmente?– el título de presidente de la República, República a la que es tan ajeno como a todo porvenir vivo. Es un actor que representa un papel tomado en préstamo a la más vieja historia, del mismo modo que su lenguaje es el lenguaje de un personaje, palabra imitada, en ocasiones tan anacrónica que parece, desde siempre, póstuma. Naturalmente, él no lo sabe. Él cree en su papel y cree magnificar el presente, cuando en realidad parodia el pasado. Y este muerto, que ignora que lo está, es impresionante con su gran estatura de muerto, con esa muerta obstinación que hace las veces de autoridad y, en ocasiones, con esa penosa vulgaridad distinguida que significa la disolución del ser-muerto. Extraña presencia insistente en la que vemos perseverar un mundo pasado y en la que, no lo olvidemos, nos sentimos morir fastuosa, ridículamente.

Pues él mismo no es nada, no es más que el delegado de nuestra muerte política, una víctima también él, una máscara tras la cual está la nada. La primera tarea consiste, pues, en hacer desaparecer la coartada superior y después, a todos los niveles, la coartada de las coartadas. No nos creamos políticamente vivos porque participemos con mesura en una oposición reglamentaria. Y no nos creamos intelectualmente vivos porque participemos en una cultura de alto nivel en la que la protesta es la regla, y la crítica, e incluso la negación, todavía un signo de pertenencia. Hace algún tiempo, un ministro parisino afirmaba –con la ignorancia de la presunción– que la suerte del mundo no se decidiría en Bolivia. Pero se decide tanto como en Francia, donde el único principio de gobierno es la estabilidad y el único cambio esperado, la muerte de un anciano espectral que siempre parece preguntarse si se encuentra o no en el Panteón y si su memoria, que nada olvida, no ha olvidado sencillamente el acontecimiento imperceptible de su fin: o sea, el fin de un simulacro. Si sobrevive, aprovechemos su supervivencia para tomar clara conciencia de esa condición de muerto viviente que compartimos con él, pero manteniendo el derecho suplementario de denunciar nuestra destrucción, aunque fuera por medio de palabras ya destruidas. De ella, aquí y en otros lugares, hoy, mañana, otros extraerán acaso un nuevo y fuerte poder de destruir.
Mañana fue mayo: el poder infinito de destruir-construir.

Traducción: Diego Luis Sanromán
Ilustración: Acacio Puig

La fuerza anónima del rechazo, prólogo de Marina Garcés
Tres apuntes sobre los escritos políticos
De 1968 a 2011, de París a El Cairo: la calle habla
En estado de guerra: Maurice Blanchot + Mafia K'1 Fry
El rechazo absoluto de Blanchot
Marina Garcés sobre Blanchot, Albert Camus y Merleau-Ponty

Licencia Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 2.5 España

De 1968 a 2011, de París a El Cairo: la calle habla

(fragmento de Escritos Políticos, de Maurice Blanchot)

LA CALLE

Al tiempo que emprendía la violenta liquidación del movimiento de insurrección estudiantil, el poder del general De Gaulle ha decidido meter en cintura al pueblo entero. La disolución (sin ningún fundamento legal) de los movimientos de oposición no ha tenido más que el siguiente fin: permitir los registros sin control, facilitar los arrestos arbitrarios (más de cien órdenes de arresto), reactivar los tribunales de excepción, aparato indispensable de todo terrorismo de Estado y, finalmente, impedir cualquier tipo de reunión. Dicho de otro modo, y tal como declaró el presidente de la República, con una fórmula que todo el mundo debe recordar, pues muestra claramente lo que es y lo que quiere: no debe pasar nada en ninguna parte, ni en la calle ni en los edificios públicos (universidades, Parlamento). Esto equivale a decretar la MUERTE POLÍTICA.

Un signo que no engaña: la invasión de la calle por policías de paisano. No están ahí solamente para vigilar a los opositores declarados. Están por todos lados, en cualquier lugar al que los arrastre la sospecha, cerca de los cines, en los cafés, incluso en los museos, aproximándose en cuanto tres o cuatro personas se juntan y discuten inocentemente: invisibles, y con todo visibles. Cada ciudadano debe saber que la calle ya no le pertenece, que pertenece en exclusiva al poder, que quiere imponer en ella el mutismo, producir la asfixia.

¿Por qué esta movilización impulsada por el miedo? Después de mayo, la calle se ha despertado: la calle habla. Éste es uno de los cambios decisivos. Ha vuelto a la vida, potente, soberana: el lugar de toda libertad posible. Es precisamente contra esa palabra soberana de la calle contra la que, amenazando a todo el mundo, se ha puesto en marcha el más peligroso dispositivo de represión solapada y de fuerza brutal. Que cada uno de nosotros comprenda, pues, lo que está en juego. Cuando hay manifestaciones, esas manifestaciones no conciernen solamente a los pocos o los muchos que participan en ellas: las manifestaciones expresan el derecho de todos a ser libres en la calle, a ser libremente paseantes y a poder actuar de forma que en la calle pase algo. Es el primer derecho.

Traducción: Diego Luis Sanromán
Ilustración: Acacio Puig

La fuerza anónima del rechazo, prólogo de Marina Garcés
Tres apuntes sobre los escritos políticos
La muerte política
En estado de guerra: Maurice Blanchot + Mafia K'1 Fry
El rechazo absoluto de Blanchot
Marina Garcés sobre Blanchot, Albert Camus y Merleau-Ponty

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La escritura colectiva y el no-copyright de Wu Ming

Fragmento de la entrevista-río concedida por Wu Ming 1 a la revista Arranca y al periódico Jungle World de Berlín en un parque del barrio de Kreuzberg el 23 de octubre de 2001. Entrevista y transcripción de Stefania Maffeis. Publicado en Esta revolución no tiene rostro, de Wu Ming.

Comunismo literario

Háblame de vuestra operación literario-política de la escritura colectiva y del no copyright.

Sobre la escritura colectiva se puede responder a dos niveles. Uno es que la literatura en realidad siempre ha sido colectiva, no existe la narrativa individual. La novela como tal no existiría sin un proceso que la ha dado forma y la ha transformado continuamente y es un proceso de cooperación social. Si pensamos en los poemas épicos de la antigüedad, veremos que no estaban compuestos por individuos sino por toda la comunidad, después una persona recogía todos los mitos y leyendas, pero se trataba de mitos que eran narrados y transformados constantemente, se les daba forma durante generaciones. Los otros precedentes de la novela en los últimos siglos han sido:

- El teatro isabelino, que era escrito de forma colectiva. Los autores intercambiaban historias y personajes, discutían juntos, ensayaban con actores que sugerían las respuestas, no había una división de papeles hiperespecializada como la que hoy hay entre autores, actores y público. Muchas de las tragedias y comedias isabelinas tenían versiones distintas y aquellas sobre las que nos basamos son las más recientes o bien son síntesis, montajes.

- la novela por entregas decimonónica, publicada en los periódicos. Es el antecedente más directo de la novela contemporánea, porque se ve como el feedback de los lectores puede cambiar radicalmente un texto. Hay un ensayo estupendo de Umberto Eco a propósito de Los misterios de París de Eugène Sue, donde se explica que los lectores mandaban cartas al periódico en el que se publicaba diciendo: “este personaje es odioso, quítalo”; o “porqué no se sitúa la acción en tal ciudad”, “pero cuándo vas a hacer que muera éste”.

Son todos procesos colectivos. Si existiese verdaderamente la escritura individual, entonces no existiría la novela. Nosotros cortamos por lo sano: no existe la escritura individual.

El otro aspecto de la respuesta es: ¿cómo nos arreglamos para escribir juntos? Una pregunta típica. Nosotros respondemos siempre que el método cambia de libro en libro, el método debe cambiar de acuerdo con la historia que se quiere contar. La constante es que hacemos mucha investigación histórica y que antes de empezar a escribir tenemos al menos el 90% de la trama, esbozada y dividida en secuencias. Entonces llegamos a un nivel en el que sabemos qué estilo queremos dar a cada cosa y podemos dividirnos el trabajo por capítulos que después releemos juntos. Para llegar a esto hemos tenido que trabajar durante años.

Respecto al no copyright: está claro, puesto que pensamos que la escritura es colectiva, la idea de propiedad intelectual de un escrito pierde vigencia. Nosotros plagiamos y “robamos” sin parar ideas de otros, y creemos que los demás deben de ser libres de hacerlo con las “nuestras”. Esto lo decimos con total honestidad: somos plagiadores como lo son todos los demás. Nos tocan los cojones los que dicen que tienen ideas originales, los que reproducen el mito del Autor, del Genio, se apropian de las ideas de otros sin decir que lo hacen, haciéndolas pasar por propias o ganando dinero sin reconocer la deuda. Si alguien quiere hacer dinero con las historias que escribimos, debe pagar, si alguien quiere cambiarlas o difundirlas de manera gratuita, puede hacerlo. Esta es la distinción fundamental. Nuestros libros son reproducibles hasta el infinito siempre que sea con fines no comerciales; por ejemplo, si un productor cinematográfico coge nuestras historias y gana dinero sin que nosotros veamos una lira, se trata de una política de rapiña típicamente capitalista enfrentada a las verdaderas dinámicas de producción y circulación del saber.

¿Es también en el sentido de la escritura colectiva como se debe entender vuestra presencia en el movimiento italiano?

Sí, en tanto que narradores de mitos estamos interesados en los movimientos, porque son forjas de mitos, los recuperan, los reinventan, los contienen y presuponen, los implican, remiten de unos a otros. En los movimientos se encuentran todas las hachas de guerra que hay que desenterrar y además se puede ayudar a desenterrarlas, porque quien sabe narrar apadrina el mito. Existe un uso inconsciente del mito: te limitas a asumirlo, como la bandera con la cara del Che Guevara, un mito que te viene dado y que no reformulas. Sin embargo, si se amplia la conciencia de cómo funciona un mito y de cómo puede ser útil, entonces habrá menos iconos del Che Guevara y una utilización del mito más parecida a la de los zapatistas, un mito que ha cambiado, la verdadera expresión de una comunidad que se desarrolla, que vive. Un mito debe estar vivo como la comunidad que lo narra, cuando se esteriliza se puede decir que también la comunidad se ha secado.


La superación del arte

Cuarta entrega de la selección de textos que estamos subiendo al blog de Los situacionistas de Mario Perniola, que acabamos de reeditar en Acuarela Libros.

La superación del arte

El tercer elemento definitorio del proyecto situacionista originario es la superación del arte. De acuerdo con el concepto hegeliano de «superación», ésta tiene un doble aspecto: crítica y realización, negación y alcance de un nivel superior. Tanto Debord como Constant facilitan en los primeros números de la revista algunos elementos para la crítica del arte. Para Debord, la tarea propia del arte es la de sustraer al tiempo, haciéndolas eternas, las experiencias vividas. Se contrapone por ello a la vida, precisamente porque inmoviliza, cosifica, reduce a objeto la existencia subjetiva de lo singular. Constituye además una forma de pseudo-comunicación que obstaculiza la que se produce directamente entre los individuos. Constant deplora muy especialmente el aspecto individualista, narcisista e ineficaz de la creación artística, que deja a los «sepultureros oficiales la triste tarea de enterrar los cadáveres de las expresiones pictóricas y literarias». El rechazo del arte, por lo demás, se encuentra ya formulado categóricamente en el primer número de la Internacional Situacionista, cuando se afirma que no puede existir un arte situacionista, sino eventualmente un empleo situacionista del arte.

Ello hace que la atención de los situacionistas se detenga sobre todo en el segundo momento del concepto de «superación», es decir, en la realización, en la elaboración de instrumentos y perspectivas que se sitúan ya claramente más allá del arte. Las orientaciones de búsqueda que se proponen son diversas: el control de las nuevas técnicas de condicionamiento, la pintura industrial, la psicogeografía, el urbanismo unitario, el juego, la construcción de situaciones, el desvío y el cine.

Traducción: Álvaro García-Ormaechea
Ilustración: Segundo mapa psicogeográfico situacionista. Guy Debord, The Naked City.

Entregas anteriores de Los situacionistas
Hacia un cine situacionista
La última vanguardia del siglo XX
Los orígenes de la Internacional Situacionista


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© de la presente edición: 2010 Ediciones Acuarela y Machado Grupo de Distribución, S.L.

"La Red no tiene representantes, esa es su fuerza"


Diálogo de Amador Fernández-Savater con los lectores de Diagonal

Hola a tod@s, para mí ha sido muy complicado responder a las preguntas. Mi función nunca ha sido la del opinador que tiene respuesta y posición ante todo, sino más bien la de alguien que construye conversaciones y espacios donde poder pensar con otros. Respondiendo el cuestionario, me decía todo el rato a mí mismo: “esto lo contestaría bien Fulano o Mengano”, o bien “pues no sé, esto daría para una buena conversación colectiva”. Aquí se me hacen preguntas y se esperan respuestas. Pero mi actividad (en la editorial, en el periódico o en la radio) no pasa por ofrecer respuestas o soluciones, sino más bien por aportar elementos para construir nuevos marcos de lectura e interpretación de la realidad, nuevas bases donde las respuestas pueden tal vez algún día aflorar. En todo caso, espero no decepcionaros demasiado.

Ramón Calandria: Lo que cuentas en tu texto da miedo, no tanto por la coyuntura de la ley Sinde si no por ese poso que queda de una élite "intelectual" encerrada en sí misma --exagerando un poco-- al estilo del Ángel Exterminador, de Buñuel. Mi pregunta, no obstante, va por otro lado y apela a tu faceta de editor: ¿qué piensas del e-book? ¿tiene sentido si los libros en formato digital nos va a costar lo mismo que una edición en papel? ¿qué posibilidades le ves (recuperar libros descatalogados, "usar" libros que pasado su momento de utilidad no sirven de mucho --tipo guías de viaje, etc.--)?

Amador Fernández-Savater: Ay, Ramón. Qué vergüenza. No sé apenas nada sobre el e-book, ni tengo una opinión específica al respecto que pueda ser de interés. En Acuarela no nos hemos puesto aún a experimentar y reflexionar seriamente sobre este asunto (vaya tela, ¿no?). Nosotros insistimos aún con el libro físico, confiando en que es una buena tecnología y que sobrevivirá. Supongo que en el fondo lo hacemos porque nosotros mismos -nuestra cabeza, nuestra manera de leer- está hecha a la medida del libro físico. Un amigo editor que ha investigado un poco más sobre el libro electrónico nos decía: “me da la impresión de que todos los avances del libro electrónico consisten en que se parece cada vez más a un libro físico...”. Entonces el desafío para nosotros es cuidar bien todos esos aspectos y detalles que diferencian un libro físico de un libro electrónico, el valor singular que tiene el libro-objeto no sólo como fetiche sino también como una forma de organización específica de la información.

Ya ves que no te digo mucho. A cambio, te lanzo algo sobre lo primero que comentas. En efecto, creo que, más allá de la coyuntura-Sinde, lo interesante de lo que está pasando en el terreno cultural es quizá que refleja una situación más general. Yo lo expresaba así en el texto: “hay una élite que está perdiendo el monopolio de la palabra y de la configuración de la realidad. Y sus discursos traducen una mezcla de disgusto y rabia hacia esos actores desconocidos que entran en escena y desbaratan lo que estaba atado y bien atado”. Me refiero a la crisis general de la Cultura de la Transición que gobierna en España desde hace treinta años (en todos los planos: político, cultural, etc.). Y a la aparición en escena de nuevos actores difusos, borrosos y ambiguos, que no son exactamente “movimientos sociales” pero están cambiando las cosas a su modo, abriendo lo posible. Trato de desarrollar un poco más esto en un artículo titulado “La crisis de la cultura consensual en España” que aparecerá enseguida en una revista nueva llamada El estado mental.

La imagen de El ángel exterminador que propones me parece muy buena. Estamos encerrados en un bucle y no podremos salir hasta que dejemos de pensar con un “viejo cerebro” que confunde la cultura con la industria, a los trabajadores culturales con el star-system, el intercambio en la Red con la piratería, etc. Con el viejo cerebro estamos en un callejón sin salida, en una espiral hecha de miedo y ignorancia que tiene por solo recurso la fuerza bruta. Eso es lo que yo vi y viví en la cena famosa.

Julio Carriedo: ¿Qué opinas de la dimisión de Alex de la Iglesia al frente de la academia de cine?

AFS: En “la cena del miedo”, Álex de la Iglesia no cuestionó nada, ni dijo nada esencialmente distinto a la mayoría, ni recogió ninguna de mis intervenciones “críticas” como algo a valorar. Esa es la verdad. Así que su dimisión posterior me sorprendió (para bien). Hay quien dice que se trata de la decisión honesta de alguien que ha cambiado de opinión. Hay quien dice que se trata de un gesto oportunista para rehacer una imagen muy cuestionada (la de un cineasta independiente, crítico, gamberro, outsider), algo que estaba afectando decisivamente a su trabajo. Yo ahí no entro. En cualquier caso, lo importante para mí es que su gesto, amplificado por toda la gente crítica con la Ley Sinde, ha supuesto una crisis muy fuerte en la legitimidad del búnker.

Antonio: Buenas, era un devoto seguidor de la Revista Archipiélago, y ahorita querría preguntarle si no sería interesante poner con licencia "copyleft" los contenidos de la misma, disponibles para todo el mundo. En la web sólo hay algunos textos sueltos y los índices.

El lado malo

(texto sobre los Escritos políticos de Blanchot publicado por José Ángel González el 7 de enero)

Leo la antología Escritos políticos de Maurice Blanchot, el incómodo teórico del rechazo que todavía molesta por su difícil (y saludable) falta de maridaje ideológico.

Blanchot, que vivía instalado en la fructífera duda de saber que “la respuesta es la desgracia de la pregunta”, era inflexible en los sueños y tierno en lo cotidiano. Nada más puede decirse de sus adscripciones porque sólo para esos oficios (guerrero y amante) se consideraba preparado.

Amigo de los textos efímeros, nerviosos y fragmentados, del panfleto anónimo y rápido, de la sinergia implosiva del lenguaje y su unión con otras formas expresivas, enfrentado siempre a los conceptos cerrados, Blanchot me lleva a la nostalgia de lo que fue o pudo ser y, me temo, nunca será (y sé que es un viaje equivocado, una ruta que él no me recomendaría).

En uno de los escritos, publicado en la revista-fanzine Comité en octubre de 1968, propone un Estado de guerra del ánimo para seguir viviendo.

"Debemos sentirnos (comportarnos como) los negros de una sociedad blanca; negros en lucha contra nuestra blancura."

La lucha de clases que propone no es la de escapar del gueto para conquistar otro gueto superior, sino la de clausurar el gueto para “hacer imposible otro contacto entre las clases que el choque, violento, destructor”.

La primera tarea, dice, consiste en “mostrar los barrotes e incluso pintarlos de rojo” para que siempre seamos conscientes de su existencia.

Esta “segregación”, claro, es dolorosa y requiere un sacrificio radical, quizá el único posible: “concederles todo a quienes ya lo tienen todo”.

Tirar el mobiliario burgués por la ventana y renunciar a su uso: la verdad, la cultura, las artes, el lenguaje, la humanidad… Devolverles su basura:

"Que vivan con ese bien como viven con Dios o con lo que se llama humanismo: es suyo, no vale más que para ellos, no les permite comunicarse sino entre ellos. Y entonces, ¿los demás? Para los demás, es decir, si esto es posible, para nosotros, la penuria, la falta de la palabra, el poder de nada, eso que Marx llama con razón ‘el lado malo’, o sea lo inhumano."


La fuerza anónima del rechazo, prólogo de Marina Garcés
Tres apuntes sobre los escritos políticos
En estado de guerra: Maurice Blanchot + Mafia K'1 Fry
El rechazo absoluto de Blanchot
Marina Garcés sobre Blanchot, Albert Camus y Merleau-Ponty

Cena contra el miedo (Amador Fernández-Savater en La Casa Invisible de Málaga)


Viernes 4 de febrero: charla/debate/cena con Amador Fernández-Savater en La Casa Invisible de Málaga :-)

La fuerza anónima del rechazo, por Marina Garcés

(Prólogo a Escritos Políticos, de Maurice Blanchot)

Por Marina GARCÉS

Bloqueos de las cumbres gubernamentales internacionales (1999-2009), manifestaciones masivas contra la guerra (2004), barrios y coches en llamas en París (2005) y en Grecia (2008-2010)... En las sociedades occidentales actuales hay poca resistencia, poca capacidad de organización y de respuesta, pero un gran rechazo moviliza a gente de las edades, colores y lenguajes más dispares. No los une el consenso ni un discurso común. Su motor es la rabia. En un mundo dominado por los consultores y los expertos, vendedores de recetas y de soluciones a corto plazo, el rechazo se vive como déficit: no tenemos respuestas, no hay política, no hay futuro. Los mitos del izquierdismo ayudan aún más a teñir de desaliento nuestro rechazo: el compromiso, la organización, las alternativas, la utopía, etc., nos deslumbran desde un pasado inalcanzable, desde una experiencia mítica que sólo puede ser recibida bajo el signo de nuestra actual incapacidad. En las calles de Atenas en llamas, en invierno de 2008, alguien pintó con rabia: «Fuck May 68. Fight now!». En las movilizaciones en Barcelona contra la reforma universitaria europea (Plan Bolonia), un profesor dijo en directo por la televisión, mientras la policía cargaba brutalmente contra los manifestantes: «Somos una minoría y no vamos a cambiar el mundo. ¿Y qué?»

Los textos políticos que Maurice Blanchot escribió entre 1958 y 1968 son un antídoto contra este acoso ideológico a la fuerza colectiva del rechazo. Entre el retorno de De Gaulle al poder, tras la crisis de Argelia, y la revuelta estudiantil y obrera de Mayo, se abre una década