El concepto de copia está en peligro de extinción, Harry Jenkins

(Entrevista con Henry Jenkins en Público)

"Lo que está recuperando la cultura digital es un proceso creativo más abierto, que tiene mucho en común con esa cultura oral. Estamos asistiendo a un proceso en el que el contenido de los media se reescribe, se relee, se remezcla y circula continuamente. Por eso me interesa cada vez más cómo esa circulación del contenido representa un proceso colectivo por el cual el público ayuda a distinguir lo valioso y lo insignificante dentro del flujo infinito mediático que nos rodea a diario".

"Todo esto cortocircuita, ciertamente, esa concepción romántica del autor como genio solitario del que proviene toda creación. Puede que nos devuelva a esa vieja noción del autor como bardo, esto es, alguien que moviliza los recursos creativos de su comunidad. Cuando Homero recitaba la Odisea, no inventaba la guerra de Troya, ni los dioses griegos, ni siquiera muchos de los giros de sus versos. Él combinaba elementos que tomaba prestados de otros bardos frente a una audiencia específica en un momento determinado. Una noción de autor que me parece muy apropiada para la era digital, ya se trate de un narrador profesional que construye un mundo en el que captura la imaginación de su público o de un amateur que toma elementos de ese mundo y juega con ellos. En ambos casos, la historia no es algo que deba ser fijado, sino que pertenece a la cultura y cualquiera es libre de hacer con ese material lo que desee."

"¿Y cómo podría redefinir todo eso las leyes de copyright?

No podría hablar de la ley española, que no conozco lo suficiente. Pero la ley americana, que ha influido en la de otros muchos países, consagra algunos supuestos sobre la autoría. Básicamente, asume el supuesto de una autoría corporativa. Por mucho que se hable de los derechos morales de los autores, estos no tienen derechos morales, según el copyright americano. Sus historias son propiedad de las compañías que las producen y distribuyen, y son empujadas fuera del proceso generativo de la cultura al que me refería antes. La ley asume, por tanto, algo así como una alquimia en la que algo emerge de la nada, en un acto de prístina creación, y que todo uso de ese trabajo supone una degradación y un daño. Por lo demás, esa ley da por hecho también un mundo en el que la mayoría de nosotros somos meros consumidores y no productores de historias. Incluso cuando se refiere al "uso justo" por terceros, se refiere sobre todo al derecho de otros profesionales como críticos, académicos o periodistas, antes que al derecho del público a comentar esos productos culturales. El mundo que yo describo, por tanto, supone una reconceptualización total de esas leyes. Mientras, la Ley del Copyright actual nos lleva a una situación parecida a la que vivió Estados Unidos bajo la Ley Seca en la década de 1930."

Entrevista completa
Aquí nuestro amigo Guillermo Zapata entrevistó a Jenkins para La Dinamo

Ilustración: Para los que no lo recordéis, Ulises 31 era una serie de animación de principios de los 80 que trasladaba la historia de Ulises (Odiseo) al siglo XXXI.

Johnny Cash y las anfetas

Aquí tenéis el capítulo "Un demonio llamado engaño" del libro Man in Black, donde Johnny Cash relata sus escarceos con las anfetaminas.

El reconocimiento nacional llegó con la publicación de I Walk the Line en 1956. Folsom Prison Blues se convirtió en un clásico de la música country, pero I Walk the Line fue, y es, el disco de mayores ventas que he tenido hasta la fecha. Fue un superventas, como nos gusta decir, “en todos los campos”.

Después de un año en el Hayride, pasé al Grand Ole Opry durante dos años, aunque sólo como invitado ocasional porque las giras de conciertos me obligaban a pasar largas temporadas en la carretera. Los grandes programas de televisión comenzaron a mostrar interés. Aparecí en el “American Bandstand” de Dick Clark, con Ed Sullivan, Jackie Gleason, Lawrence Welk, y en el “Ozarj Jubilee” de Red Foley.

Actué en todos los estados de la Unión, además de las giras por Canadá, Europa y el Extremo Oriente. Ya fuese en el Palladium de Londres, el Carnegie Hall de Nueva York, el Hollywood Bowl o el Pine Bluff de Arkansas, nunca hice un concierto en el que no cantara I Walk the Line. Y jamás la canté sin sentirla de verdad, o al menos sin intentar que así fuese.

En 1958 firmé con Columbia Records, me trasladé a Nashville y grabé dos discos que se publicaron inmediatamente. Uno se llamó (si me perdonan la expresión) “The Fabulous Johnny Cash”. El otro fue un álbum con mis canciones gospel e himnos favoritos.

El sueño de grabar un álbum de himnos se hizo realidad, pero no hubo en él el gozo y la satisfacción que había conocido anteriormente. La importancia de un álbum de himnos quedó tan minimizada por tantas otras cosas del negocio de la música que terminó perdiendo gran parte de su importancia para mí; aun así, había cumplido el compromiso de mantener un mensaje religioso en la música.

Pero en aquel punto de mi carrera di un paso definitivo en la dirección equivocada. Me encontraba de gira con varios artistas del Grand Ole Opry de Nashville, en 1957. Ferlin Husky y Faron Young estaban en la lista y fue entonces cuando me hice muy amigo de Gordon Terry, que trabajaba con Faron.

Aquella noche íbamos en dos coches a Jacksonville tras el concierto de Miami. Gordon iba conduciendo la limusina de Faron, abriendo la marcha, y, a medio camino de Jacksonville, se hizo a un lado y detuvo el coche. Nosotros nos paramos detrás. Salimos todos de los coches y Gordon se acercó a Luther, que era el que iba conduciendo mi coche.

–¿Tienes sueño, Luther? –preguntó Gordon.
–Desde luego que sí –dijo.
–Tómate una de éstas. Te mantendrá despierto –y le dio a Luther una pequeña pastilla blanca con una cruz inscrita en la superficie.
–¿Qué son? –le pregunté a Gordon.
–Bencedrinas –dijo.
–¿Son nocivas? –pregunté.
–No lo creo –dijo Gordon–. A mí nunca me han hecho daño. Mira, tómate una. Te hará desear llegar a Jacksonville y seguirás sintiéndote bien una vez estemos allí.

Me tomé una de aquellas pastillas blancas

La felicidad de los pececillos, por Simon Leys

Leemos en ClubCultura que Acantilado acaba de publicar en castellano un nuevo libro de Simon Leys, de quien en Acuarela Libros publicamos George Orwell o el horror a la política:

"En La felicidad de los pececillos -donde se reúnen todas las crónicas que Simon Leys publicó entre 2005 y 2006 en Le Magazine Littéraire, además de otras más antiguas aparecidas en otras revistas-, el escritor belga practica el arte de la depuración: en la brevedad de su propuesta reside la fuerza.

Tomando como punto de partida sus lecturas, Leys reflexiona y desarrolla temas que constituyen auténticas lecciones de inteligencia y clarividencia. Artistas de todos los tiempos (Joseph Conrad, Jean Paul Sartre, Marcel Proust, etc.) son convocados en sus páginas, dando forma a valiosas anécdotas que en ocasiones resultan más atractivas que muchos estudios históricos. La necesidad que el ser humano tiene de la literatura, el duro combate contra la pedantería, el elogio de la pereza, el síndrome de la página en blanco, la vulgaridad del éxito, la ley del tabaco, y los escritores y su relación con el dinero, son algunas de las crónicas que se incluyen en este delicioso volumen."

Lee tres crónicas extraídas del libro (PDF)

Resistiendo

Encontramos este hermoso texto sobre el libro Guerrilla, de T. E. Lawrence, en el blog de Zo Brinviyer (Te anuncias como la sed), Premio de Teatro para Autores Noveles Calderón de la Barca 2010 por su obra El deseo de ser infierno.

En estos días de aislamiento pienso en ese misterioso libro que escribió T.E. Lawrence, Guerrilla, en el que desvela con clarividencia las estrategias del combate en el desierto. Lawrence está convencido de que la guerra puede vencerse sin derramar sangre, es decir, sin librar la batalla. Su idea de guerrilla se basa en la ausencia, en el conflicto a distancia, en la invisibilidad. Lawrence propone “no entrar jamás en contacto con el enemigo, no ofrecerle nunca un blanco”.

Lawrence comprende que la disciplina del ejército regular impone un límite de energía alcanzable, restringe y asfixia la individualidad para obtener el mínimo común denominador de los hombres. Y sabe que la preparación del guerrero debe ser tan meticulosa a nivel físico como moral y espiritual, porque ante el enemigo siempre estamos solos. Lawrence afirma que “en la guerra irregular si dos hombres están juntos uno está siendo despreciado. La tensión moral que implica la acción aislada hace de esta forma de guerra simple algo muy duro para el soldado individual, y exige de él una iniciativa especial, resistencia y entusiasmo”.

Como soldado en el margen le pregunto a Lawrence quién va a recogerme si me derrumbo, si dudo, si ardo, si enfermo.

Lawrence propone ser como el viento, estar en todas partes y en ninguna, siempre en otro lugar, negándole al enemigo un blanco contra el que disparar. No ver al enemigo, ni dejarse ver por él. Desaparecer. Porque “los fantasmas pueden causar mucho miedo a los ejércitos”.

Uno que no tiene miedo


"El poder pasa del editor al lector", Riccardo Cavallero (Mondadori)

Pregunta. Es la primera vez que cambia algo de verdad, parece.

Respuesta. Sí, por primera vez está cambiando el mundo editorial. El digital supone un gran impacto porque el poder pasa del editor al lector. Desde Gutenberg no cambia nada. Hubo cambios mecánicos, pero el proceso y el negocio no cambiaban. Los editores tenían el poder de decidir lo que se leía en un país. Esto conllevaba que los editores malentendieran su actividad, que la hayan confundido con la de impresor o distribuidor, olvidándose de la de editor.

P. Y con el libro digital, esto cambia.

R. El poder pasa al lector, que es quien decide lo que quiere, cuándo lo quiere, cómo lo quiere y a qué precio. Podríamos compararlo con la revolución de Copérnico. No es el mundo el que da vueltas alrededor de la Tierra, sino que la Tierra es un planeta que da la vuelta alrededor de un sol, el consumidor, el lector. Este es el gran cambio. (...)

Estamos en el momento del gran cambio por lo que ocurre con el digital. Un momento en el que debemos tener las agallas de renunciar a los privilegios que hemos conseguido, y que nos han mantenido como líderes hasta ahora; es un momento para reinventar nuestro trabajo; como todos los momentos de cambio, este puede ser doloroso, incómodo, porque como mínimo hasta ahora lo controlabas todo, lo sabías todo de tu mundo. Ahora hay que asumir riesgos, hay que tener mucha curiosidad, experimentar y, sobre todo, estar entrenados para equivocarnos. Quien en los próximos cinco años no se equivoque, y no se equivoque de manera importante, creo que no llegará a los diez años. (...)

Puedes leer la entrevista entera aquí

Aprender a caer


El Aikido es un bellísimo arte marcial para la paz. No se trata de romper al otro, sino de unirse a su ataque y de conducirlo para así calmarlo. Ser un pararrayos.
La técnica más importante en el Aikido es la caída. A diferencia por ejemplo del boxeo donde se trata de mantenerse de pie y donde la caída significa perder, la caída en el Aikido es la vía para reconstruirse y el suelo es un recurso amigo.
Hay varias modalidades de caída: la caída que nos permite seguir disponibles; la caída como fuga activa de una situación desfavorable; la caída como ataque que aprovecha la fuerza del otro contra él (descatalogada en el Aikido moderno); y la caída que inventa un espacio donde no lo había.
Como el agua, que siempre cede pero nunca es vencida”.
Nuestros amigos de Una Línea sobre el Mar aprendieron todo esto el pasado diciembre en una clase práctica con el profesor y amigo José Ángel Olalla en el Taio Doyo de Madrid.


Desaparezca aquí

Nuestro buen amigo Nacho Vegas (escribió el prólogo de la novela Guía de Dennis Cooper que publicamos en Acuarela Libros; debajo del vídeo tenéis el texto de Nacho) mandó recientemente un recadito a la industria discográfica -"Estaría bien que la industria se hundiera"- y ha hecho el gesto de publicar con licencia creative commons su último disco, La zona sucia, que además sale bajo Marxophone, un híbrido entre comunidad autogestionada y sello discográfico creado por el propio Nacho, Raúl Fernández Refree y Fernando Alfaro (aquí lo explica perfectamente Abel Hernández).

Os animamos a echar un vistazo además a esta interpretación en directo de su tema "Nuevos planes, idénticas estrategias" (del disco Desaparezca aquí), donde nos decía: "...ya nadie confía en la energía nuclear después de lo de Chernobyl. / Pero el cielo, aún tan negro, / es nuestro cielo, es nuestro, / y tengo un ambicioso plan, consiste en sobrevivir".
Sobreviviste, Nacho, pero desgraciadamente algunos aún creían en la nuclear.




Lo bello en lo atroz

(Prólogo de Nacho Vegas a Guía, de Dennis Cooper)

Hace unos cuantos años tuve la original idea –en fin, al menos yo la consideraba original– de confeccionar manualmente una camiseta de Dennis Cooper. Tomé el logotipo de un corazón partido por la mitad que encontré impreso en su novela gráfica Horror Hospital Unplugged y alrededor de él escribí el nombre a mano, en burdas letras negras sobre un fondo blanco. Como si se tratara del de un cantante de rock. Con mi flamante camiseta nueva me paseé aquel año por el Festival Internacional de Benicàssim, orgulloso de ella hasta que llegó a mis oídos que había alguien más en el festival que llevaba una camiseta de Dennis Cooper. Imposible, pensé. Debe tratarse de un error. Por aquel entonces aún no existía Acuarela Libros y en España sólo estaban editadas las dos primeras novelas de Cooper en Anagrama. El otro tío de la camiseta

Como náufragos a la deriva

Entrevista con Franco Ingrassia (26-2-2011)
"Por todas partes crece la sensación de ser como náufragos a la deriva"


Los lazos sociales que establecemos resultan cada vez más inestables, débiles y heterogéneos. Toda experiencia compartida se despliega hoy sobre un fondo de contingencia, fragilidad e incertidumbre. La hipótesis de la dispersión trata de hacer legible ese nuevo fondo de lo social.
¿Qué es la dispersión? ¿De qué es resultado?
Es el tipo de experiencia social que produce la hegemonía del mercado, cuando el Estado pierde su función reguladora y estructuradora de las relaciones intersubjetivas. En el pasado reciente, el Estado moldeaba lo social en configuraciones estables, adaptadas al régimen productivo fordista, mediante instituciones (llamadas “disciplinarias”) como la familia, la escuela, el hospital, el cuartel, la fábrica, la prisión, etc. Ellas moldeaban las subjetividades, es decir, los modos de vida.
Eran estas marcas institucionales, en su permanencia, las que definían quién era cada uno, las que ligaban ciertos cuerpos a ciertos nombres, tareas y lugares sociales. Y contra estos anudamientos y moldeamientos –en muchas ocasiones injustos y opresivos- se desplegaban las políticas emancipatorias modernas que eran, antes que nada, políticas de alteración de los órdenes estatalmente establecidos.
Por el contrario, hoy el mercado está constantemente ensamblando y desensamblando los vínculos en función de su incesante búsqueda de la maximización del beneficio. La alteración se convierte en la norma y la estabilidad en la excepción. Eso es la dispersión. (Lee la entrevista)

Estéticas de la emergencia, de Reinaldo Laddaga


(texto de Amador Fernández-Savater)

Estoy entrevistando para Público a Reinaldo Laddaga, autor de Estéticas de la emergencia.

Creo que a todos os puede interesar lo que dice este libro, os lo cuento muy resumido.

Explica que hay una especie de transición del antiguo “régimen estético” al nuevo “régimen práctico de las artes”. ¿En qué consiste?

En el antiguo régimen estético se producían obras, el autor las producía en relativo aislamiento, el espectador las recibía en cierto silencio (que no pasividad), la obra producía cierta interrupción de la normalidad.

El antiguo régimen estético lo explica muy bien Rancière: es una práctica cuyo momento decisivo es el aislamiento, la puesta a distancia de un fragmento de materia o de lenguaje que, en virtud de la interrupción de sus vínculos inmediatos con el espacio en el que viene a aparecer, se expone como portador de otras potencias. Y el artista es quien, desde un retiro, constituye una aparición separada y saturada, por eso mismo, de exterioridad.

Creo que el presupuesto del antiguo régimen estético es: lo familiar es asfixiante, el arte es liberador en tanto que rompe lo familiar e introduce “lo otro”.

Globalización, transformaciones del trabajo, emergencia de la red y de nuevas formas de individuación mediante, hoy asistimos al nacimiento del nuevo “régimen práctico de las artes” (NRP).

En el NRP no se producen tanto obras, como ecologías culturales, comunidades experimentales, procesos abiertos y colaborativos, formas de vida y mundos comunes.

El espectador ya no es un desconocido silencioso, sino un colaborador activo.

Lo que se hace ya no se presenta en exterioridad al lugar donde aparece (el museo por ejemplo), sino que construye directamente espacios de vida (o interviene en ellos, etc.).

Lo que se hace no son tanto obras-eventos que magnetizan o agreden al espectador, sino contextos de investigación y aprendizaje colectivo. Laboratorios al aire libre.

Lo que se produce sobre todo son vínculos y conexiones, visibilización de esas conexiones, interrogación sobre lo conectado.

Ejemplos:

-Roberto Jacoby y sus comunidades experimentales (que “expone” ahora en el Reina)

-la producción abierta de Wu Ming.

-la película la Comuna de Peter Watkins, un proceso colectivo.

-la reconstrucción de la biblioteca de Vyborg, que se abrió desde los artistas al barrio

Etc.

El papel de la ficción en el NRP es decisivo, porque es ella quien produce el contexto, la escena y el relato de sentido en el que se desarrollan los procesos colectivos (Luther Blissett, el Proyecto Venus de Jacoby, etc.).

Lo colectivo de que habla Laddaga no asume la forma colectiva tradicional: son más bien procesos de “fertilización cruzada”.

La “obra” ya no se recorta de las formas de vida (lo que explica tan bien Ranciére), sino que establece mil conexiones con el lugar en el que se produce. No opera en un medio distinto, sino que aspira a producir efectos allí donde sucede.

La “obra” ya no apunta tanto a producir crisis, trance o acontecimiento, sino otras posibilidades de existencia y convivencia. Ya no se trata tanto de visibilizar lo otro, inquietar o extrañar, sino de producir mundos comunes.

Lo que produce el NRP son “objetos fronterizos” que facilitan la comunicación de las partes de la colectividad de producción y son a la vez objeto de una exposición en el espacio público, pero sin un “borde duro” como la obra de arte.

Yo todo el rato mientras leía pensaba en el software libre, en espacios como Medialab-Prado o Tabacalera, en Cine sin Autor, incluso en mi misma práctica como “productor de conversaciones” (en el periódico, en la editorial, con las residencias...).

Creo que el presupuesto del nuevo régimen práctico es: ahora lo que hay es choque y dispersión, el arte es liberador en tanto que produce vínculos y sentido. Por eso dice Laddaga que el NRP parte del “incómodo reconocimiento de que todos vamos en el mismo bote” y ya no de la “trascendencia exaltada” (base del antiguo régimen estético).

Agnes Varda: Black Panthers



Si os interesa el tema de los Panteras Negras, echadle un vistazo a la novela de Wu Ming 1 que publicamos en Acuarela Libros, New Thing.

La oficialización del pirateo

(Texto de Javier Lucini)

Hubo un tiempo glorioso en que los bootlegs navegaban a la deriva, como galeones piratas, sorteando las derrotas oficiales del mercado impuesto por las grandes compañías discográficas y creando una sociedad secreta, libertaria, alternativa, parecida a la de los bucaneros y filibusteros de la Cofradía de los Hermanos de la Costa: sin Patria, ni Dios, ni Rey (en este caso: Ley –Sinde–). Tanto en mercadillos como en tiendas de segunda mano, o directamente lanzadas para el intercambio gratuito en la red, si bien es cierto que en ocasiones de una calidad infame, uno podía toparse jubilosamente con estos tesoros: no sólo copias no autorizadas, a veces también grabaciones extrañas (lo rechazado), tomas alternativas (ensayos, sesiones de estudio…), jams y conciertos bastante peregrinos. Yo recuerdo personalmente la emoción y la alegría de encontrar en “la mula” (en la época en que creábamos, con Secall, el cómic Anillo de Fuego) la mítica sesión completa de Bob Dylan y Johnny Cash, que luego encontraría editada en vinilo por un sello pirata en Blangadesh (no la República Popular, sino la mítica tienda del número 5 de Costanilla de los Ángeles, que aún sobrevive heroicamente en Madrid pese a la cercanía de la FNAC y el Corte Inglés, esos monstruos). Pero ahora, como hiciera en su día la Corona Inglesa, el mercado, para exprimir a sus artistas, ha decidido aliarse con los piratas (o presentarles batalla convirtiéndose en piratas de sí mismos) oficializando la comercialización de los bootlegs en sus propios sellos, en ediciones de lujo, y acompañados de gruesos cuadernillos llenos de fotos y supuesto material inédito en los que alaban y valoran lo que hace unos años no dudaban en denostar y denunciar como poco menos que una práctica indecente. Por lo visto la cosa parece que ahora tiene un valor histórico, que muestra una parte de los artistas que está bien que salga a la luz, el trabajo que hay detrás, el proceso creativo, el fallo humano, el valor de lo sucio y de la crudeza, la pulsión del directo… Mil y una infamias para hacer caja y combatir la sempiterna crisis del sector.

El caso es que al poco de la aparición del volumen 9 de las Bootlegs Series de Bob Dylan en Columbia (tanto Dylan como Springsteen –lo de Pearl Jam, mejor ni mentarlo–, de un tiempo a esta parte no parecen tener ningún reparo a la hora de engrosar sus dividendos con lo que sea…), aparece en el mismo sello el volumen 2 de los Bootlegs de Johnny Cash (From Memphis to Hollywood), grabaciones caseras encontradas tras su muerte en sus archivos personales de Hendersonville, Tennessee (tras subastar todas sus pertenencias y vender su casa del lago, continúa el expolio de su cadáver, ¡y lo que nos queda!). Dos cds llenos de demos de canciones míticas, intros, anuncios de radio, outtakes, B-sides grabadas entre el año 1958 y 1969, el período en el que Cash abandona Sun Records y firma con Columbia Records (su época anfetamínica). Mucho de este material ya lo había sacado Bear Family, el sello alemán, en sus fastuosas y exhaustivas cajas recopilatorias (a diferencia del Bootleg vol 1, editado hace tres o cuatro años, material verdaderamente inédito, muchísimo más interesante que el que nos ocupa). Los coleccionistas obsesivos (como yo) caemos una vez más en la trampa. Por lo menos el diseño está más cuidado que en las viejas ediciones que conseguíamos de contrabando en las viejas ferias del disco. Pero viene a ser lo mismo (aunque aquí el que se enriquezca sea una vez más el monstruo, que no quiere quedarse sin su parte del pastel, ya ni siquiera el artista que anda criando malvas…). Claro que ya hace bastantes días que todo este material está colgado en la red. Como si oficializar el pirateo, la patente de corso (la piratería como negocio capitalista, con subvención, inversores, acciones y reparto de beneficios, como cuenta Bernardo Fuster en su libro sobre la piratería libertaria en el Caribe, cuando la reina de Inglaterra en 1594 se asoció con Francis Drake), fuese a frenar el auténtico, romántico pirateo. Que estrategia más absurda. Cuarenta acres (o gigas) y una (e)mula (o un torrent), así se colonizó el oeste y con eso que nos vayan dando.
Javier Lucini.

Reseña en la revista No Depression
Demo acústica extraída del cd

Radioactivity



Gracias, Anouk

Historia de un doble malvado (nueva derecha y malestar social)

(Prólogo de Amador Fernández-Savater a ¿Qué pasa con Kansas? - Cómo los ultraconservadores conquistaron el corazón de Estados Unidos de Thomas Frank)

HISTORIA DE UN DOPPELGÄNGER


“Subvierte el paradigma dominante... ¡Darwin!”

La lucha de clases no sólo definió la conflictividad social durante gran parte de los dos últimos siglos. De alguna manera también contribuyó a “estructurar” la sociedad y hacerla legible, distribuyendo los campos del antagonismo y sus coordenadas, la posición de los adversarios y sus identidades, los términos infalibles en los que podía leerse la realidad (alienación, conciencia, explotación, contradicción, etc.). Ironías de la historia que el pensamiento dialéctico trataba de desentrañar, reforzándolas a su modo.

Hace ya algún tiempo que todo eso llegó a término. Pero el fin de la lucha de clases no significa que se acabara la desigualdad, la explotación o la división social, como quisiera hacernos creer la cultura consensual (la democracia-mercado como fin de la historia). Significa más bien la derrota irreversible uno de los contendientes en liza, la clase obrera, que durante un segundo tocó el cielo mediante sus luchas: la destrucción de las mismas estructuras sociales que definían al proletariado como proletariado. Entonces supimos que el Apocalipsis no era la lucha de clases, sino más bien su desaparición. Junto con la misma realidad, saltaron por los aires todas las brújulas, los aparatos de medición,

La subjetividad radical situacionista

Séptima entrega de la selección de textos que estamos subiendo al blog de Los situacionistas de Mario Perniola, que acabamos de reeditar en Acuarela Libros.

La exigencia de una nueva subjetividad aparece ya en los primeros números de la revista. Así, en 1959 la sección holandesa de la IS defendía la invención ininterrumpida como modo de vida. El manifiesto de 1960 contraponía, al arte parcelario y espectacular, la participación total y la organización del momento vivido. Kotányi, a su vez, define el deseo como «aquello que es radicalmente anti-alienante en la vida de todos». André Frankin intenta ilustrarlo elaborando el concepto de No Futuro, que él entiende como la realización de todos los futuros posibles, algo que tiene que ver con el advenimiento de una «historia sin tiempos muertos» que implicaría una transformación radical de la emotividad. De manera harto similar, Asger Jorn defiende la liberación de los valores humanos, es decir, «la transformación de las cualidades humanas en valores reales».

Todas estas propuestas se relacionan directa o indirectamente con la experiencia de la subjetividad artística y, en el fondo, no representan más que la extensión de la misma a todos los aspectos y momentos de la existencia. Algo parecido ocurre con el concepto de subjetividad radical, que Raoul Vaneigem se encargará de elaborar mucho más ampliamente. En efecto, la segunda parte del Tratado del saber vivir para uso de las jóvenes generaciones –que lleva por título, precisamente, «La inversión de perspectiva»– se propone «acercarse a lo social con las armas de la subjetividad, reconstruir todo a partir de sí mismos». Sin embargo esta subjetividad no es algo meramente privado que se manifieste de forma distinta en cada individuo, sino que, precisamente, es radical en el sentido de que «todos los individuos obedecen a una misma voluntad de realización auténtica y su subjetividad se refuerza al percibir en los demás la misma voluntad subjetiva». Eso no significa que exista un solo modo legítimo de ser revolucionarios; Vaneigem evita llegar a semejante conclusión al afirmar que todas las subjetividades, a pesar de que comparten una misma voluntad de realización integral, difieren entre ellas. La solución a todas estas dificultades hay que buscarla en el hecho de que la subjetividad radical se identifica con la «creatividad universal», que no es otra cosa que la experiencia artística en su forma subjetiva. Lo que revela su pretensión de totalidad es el carácter ideal de su horizonte: en el fondo el mérito de Vaneigem es haberla expresado de manera extrema, mientras que su error fundamental consiste en haberla hecho pasar, pura y simplemente, por la dimensión psicológica revolucionaria. Así, según Vaneigem, ésta habría de manifestarse en un triple proyecto que implicaría su realización, comunicación y participación en ella. Estas tres pasiones guardan a su vez una estrecha relación recíproca y en un contexto de aislamiento degeneran respectivamente en voluntad de poder, en mentira, en masificación. La realización nace del deseo de crear, de objetivar un proyecto preexistente; la comunicación se relaciona con el amor, que es el modelo más puro y más difundido de comunicación auténtica; y finalmente, la participación se expresa en el juego, siempre y cuando se establezca una relación dialéctica entre los participantes del grupo que ayude a cada uno a radicalizar su propia subjetividad.

Traducción: Álvaro García-Ormaechea

Entregas anteriores de Los situacionistas
Vida y supervivencia
El desvío
La superación del arte
Hacia un cine situacionista
La última vanguardia del siglo XX
Los orígenes de la Internacional Situacionista



Licencia Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 2.5 España


Se permite copiar, distribuir y comunicar públicamente la obra, siempre que se reconozcan los créditos de la misma de la manera especificada por el autor o licenciador. No se puede utilizar esta obra con fines comerciales. No se puede alterar, transformar o generar una obra derivada a partir de ésta. En cualquier uso o distribución de la obra se deberán establecer claramente los términos de esta licencia. Se podrá prescindir de cualquiera de estas condiciones siempre que se obtenga el permiso expreso del titular de los derechos de autor.

© de la presente edición: 2010 Ediciones Acuarela y Machado Grupo de Distribución, S.L.


Descarga "Thoreau: Biografía esencial"

"No respetaré ninguna cerca en cuya construcción no haya participado, pues supongamos que antes de mi nacimiento alguien hubiese comprado todo el planeta: ¿habría adquirido entonces el derecho a expulsarme de la naturaleza? No, no he sido informado de esos arreglos, tampoco me siento llamado a consentir a ellos, y por lo tanto cortaré mis cañas de pescar sin preguntar quién tiene más derechos que yo sobre el bosque. ¿No me pertenece el mundo tanto como a cualquier otro?"

Esta cita de H. D. Thoreau pertenece a la biografía que sobre el autor estadounidense escribió Antonio Casado da Rocha y que sumamos aquí a nuestra colección de descargas de Acuarela Libros:

Descarga Thoreau: Biografía esencial

Emboscada norteamericana

Henry David Thoreau, agrimensor, naturalista, conferenciante y fabricante de lápices, hoy considerado uno de los padres fundadores de la literatura norteamericana, en buena medida inaugura dos corrientes que alimentarán los caudales del pensamiento ecológico de siglo y medio más tarde. Thoreau se emboscó y nos convirtió en emboscados a muchos, en todos los continentes. El movimiento ecologista mundial, con unos veinte millones de vinculados, no se explica sin conocer raíces tan principales como la del ejemplo de Thoreau, y mucho menos, por supuesto, cuando hay que acordarse de los orígenes de la resistencia pasiva, la desobediencia civil sin violencia.

Pero nadie había podido leer en español la intimidad de este autor, esa otra mitad que todos somos. La aportación que supone la primera biografía de H. D. Thoreau para nuestro ámbito cultural cumple y completa. El ameno, intenso y original trabajo de Antonio Casado da Rocha pone a nuestro alcance uno de los bienes más preciados para todos los que militan en la honestidad intelectual: nos hace comprender los motivos de una merecida admiración.

Vida y supervivencia, según la Internacional Situacionista

Sexta entrega de la selección de textos que estamos subiendo al blog de Los situacionistas de Mario Perniola, que acabamos de reeditar en Acuarela Libros.

Los modos en que los situacionistas desarrollaron la problemática en torno a la vida cotidiana les condujeron a la distinción entre vida y supervivencia. A comienzos de los años sesenta la condición humana parecía estar determinada por el «equilibrio del terror» entre las grandes potencias, mediante el cual éstas procedían a la estabilización interna de su dominio en la esperanza de su ilimitada pervivencia. La pretensión fundamental del poder, sea éste neocapitalista o burocrático, es la organización detallada y capilar de un estado de narcosis, de pasividad y de docilidad que se parece a un suicidio diferido e implica la renuncia total de los sometidos a cualquier actividad creativa o iniciativa autónoma: el refugio antiatómico, que reproduce en el subsuelo las condiciones habituales de existencia doméstica, ilumina la miseria de esta última y revela su carácter de supervivencia. La casa moderna y el refugio parecen así asimilarse y confundirse en la idea de una «tumba familiar para ser habitada con carácter preventivo».

Según Raoul Vaneigem, la introducción de medios técnicos susceptibles de combatir la muerte, el sufrimiento, el malestar y la fatiga de vivir va de la mano con el proceso a través del cual «la muerte se instala como una enfermedad incurable en la vida de cada uno». La sociedad neocapitalista crea innumerables necesidades ficticias sin dar satisfacción a las fundamentales: sus productos conservan en sí mismos una carencia esencial de sentido y de calidad no suplida por su mera abundancia cuantitativa. «Sobrevivir», concluye Vaneigem, «nos ha venido impidiendo vivir. De ahí que haya que esperar mucho de la imposibilidad de supervivencia, la cual se anuncia ya con una evidencia que crece a medida que las comodidades y la sobreabundancia en el marco de la supervivencia empujan al suicidio o a la revolución».


Al desarrollo e ilustración de estos argumentos está dedicada toda la primera parte del Tratado... de Vaneigem, que lleva por título, precisamente, «La perspectiva del poder». Se trata de una crítica de la sociedad burguesa desde el punto de vista de la subjetividad radical: «Todo parte de la subjetividad», escribe Vaneigem, «y nada se detiene en ella... La lucha de lo subjetivo contra aquello que lo corrompe extiende ya los límites de la vieja lucha de clases, renovándola y agudizándola. La toma de partido por la vida es una toma de partido política. No queremos saber nada de un mundo en el que la garantía de que no moriremos de hambre se paga con el riesgo de morir de aburrimiento».

Más tarde me detendré en el concepto de «subjetividad radical» y sus límites. Lo oportuno ahora es en cambio ilustrar las características atribuidas por Vaneigem a la supervivencia, articuladas en tres formas generales de