WHITE TRASH

Sobre los WHITE TRASH que pueblan la obra de Harry Crews...

"[...] ganado, seres pesados y toscos, brutalmente evacuados a un mundo que no guardaba para ellos esperanza ni meta, capaces de reproducir a su vez con bestial y viciosa
fecundidad, duplicándose, triplicándose, multiplicándose, llenando el espacio y la tierra de una raza cuyo porvenir era una sucesión de ropas remendadas y compuestas compradas a un crédito exorbitante, porque eran blancos, en comercios donde esas mismas ropas se regalaban a los negros [...]".

WILLIAM FAULKNER, en ¡Absalón! ¡Absalón!



Harry Crews, fuera de toda lista académica


"[...] En orden alfabético, entonces, estos son los más destacados entre los nuevos escritores sureños: Lisa Althe, Max Apple, Rick Bass, Richard Bausch, Madison Smartt Bell, Larry Brown, Kelly Cherry, Mark Childress, Pat Conroy, Clyde Edgerton, Richard Ford, Kaye Gibbons, Ellen Gilchrist, Gail Godwin, Allan Gurganus, Elizabeth Forsythe Hailey, Martha Lacy Hall, Mary Hood, David Huddle, Josephine Humphreys, Bobbie Ann Mason, Jill McCorkle, Lewis Nordan, Ferrol Sams, Dori Sanders, Ntozake Shange, Anne Rivers Siddons, Lee Smith, Anne Tyler y Alice Walker. ¿Han sido omitidos otros de importancia? Sin duda alguna. El conjunto es tan deslumbrante, y la constelación tan nutrida que nadie hubiese podido leerlos a todos o recordarlos [...]".

LOUIS D. RUBIN Jr. Chapel Hill, Carolina del Norte. 10 de agosto de 1991.
 

¿Y quién es Harry Crews?



Harry Crews (1935-2012) sirvió como marine durante la guerra de Corea. Durante su primer año en el ejército fue campeón de los pesos ligeros en su regimiento y le rompieron la nariz al menos seis veces. Practicó karate durante 27 años. Su primer hijo murió ahogado en la piscina de un vecino. Entrenó halcones. Le gustaba la cetrería. Tenía un tatuaje en el brazo derecho con la frase «How do you like your blue eyed boy, Mr. Death» bajo una calavera. Es un verso de e.e. cummings. Bebió mucho y se drogó lo suficiente. Hasta los 47 no tuvo su primera resaca. Admitía no ser una persona divertida. La gente no se sentaba a su alrededor y se reía con sus ocurrencias. Él mismo se reía bastante poco. Todo su humor se encuentra en sus más de 20 libros. Murió en Florida, a los setenta y seis años, por complicaciones de una neuropatía.

En Acuarela Libros acabamos de publicar su ópera prima, El Cantante de Gospel, y el año pasado publicamos Cuerpo.

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El Cantante de Gospel: el sucio Sur de Harry Crews (NOVEDAD EN ACUARELA LIBROS)

Acuarela Libros & A. Machado presentan un viaje al Sur más profundo de EEUU de la mano de Harry Crews:

El Cantante de Gospel

En Acuarela Libros iniciamos el año pasado la Biblioteca CREWS con la publicación de Cuerpo -una crítica sobre la sociedad de consumo y la cultura/tiranía de la belleza- y ahora presentamos por primera vez en castellano la ópera prima del escritor norteamericano Harry Crews. En El Cantante de Gospel Crews vuelve a sumergirnos en el basural del Sueño Americano, representado por un Sur profundo y derrotado, una ciénaga inmunda y sin aparente escapatoria que le vio nacer entre linchamientos, cicatrices, analfabetismo, circos de freaks y fanatismo religioso...

"Su literatura se aferra al terruño natal, delimitando una geografía personal que remite de manera perversa al naturalismo de Flannery O’Connor y Carson McCullers. Pero también al retrato, entre poético e intimista, de William Faulkner y Truman Capote; y, sobre todo, al delirante humorismo de John Kennedy Toole." (David Bizarro, TENTACIONES)

"Enigma, en el estado de Georgia, era una calle sin salida..."
Coincidiendo con la llegada de un circo de freaks, un joven con voz de ángel, convertido en un próspero cantante de gospel, regresa a su pueblo, Enigma, donde están a punto de linchar a un negro por matar y violar a la que fuera su novia. Los lugareños lo idolatran de un modo absurdo y le atribuyen poderes curativos que no posee. Él, atormentado por la dramatización de su farsa, no quiere que la verdad salga a la luz pues teme que la magnitud de la decepción pueda resultar calamitosa. Como afirma Kiko Amat en el prólogo, “Enigma es un pueblo lleno de retraso, burricie, violencia, racismo e inevitablemente fanatismo religioso, rama cristiana sureña extrema. Palurdos locos y creyentes: una eterna receta para la catástrofe”.


Publicada en 1968, El cantante de gospel es la ópera prima de Harry Crews y, al igual que el resto de su obra es, como continúa diciendo Amat, “un libro sobre gente fracturada intentando recuperar su orgullo, hombres y mujeres incompletos, quebrados, rebelándose contra el destino y la mala fortuna. Los feos, abandonados, extraviados, deformes del mundo: sus anhelos y dolores, sus culpas y sus venganzas, su deseo de escapar de esa mala pata. Ese es el gran tema Crews, ni más ni menos. Gente haciéndolo lo mejor que pueden con el material que les ha tocado en suerte. Sin moralina ni regañinas éticas (aunque sus libros están llenos de moralidad; una moralidad superior)”.

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Un combate de boxeo histórico

Combate de boxeo histórico: Erwin Piscator (en el fondo), George Grosz, Wieland Herzfelde, John Heartfield, 1920 o 1924.



Chesterton y Tolkien: tradiciones y cuentos de hadas (2)
















[Seguimos con algunos de nuestros autores favoritos: Chesterton, de quien publicamos La taberna errante, y Tolkien, que aparece como personajes en Estrella del alba de Wu Ming 4. Casi todos los textos de esta entrada ha sido sacados de las obras de JOSEPH PEARCE (autor de Tolkien: hombre y mito, J. R. R. Tolkien Señor de la Tierra Media y Wisdom Innocence: A Life of G. K. Chesterton. Su primera novela, The Three Ys Men es, según su propia estimación, “un bullicioso retozo en la tradición de Belloc y Chesterton con una pizca de la ficción de Tolkien más ligera”)]
 
Tolkien y Chesterton compartían también el amor por la tradición y el tradicionalismo. En 1909 Chesterton había defendido el tradicionalismo, titulándolo la filosofía del Árbol:

Chesterton y Tolkien: tradiciones y cuentos de hadas (1)


[Seguimos con algunos de nuestros autores favoritos: Chesterton, de quien publicamos La taberna errante, y Tolkien, que aparece como personajes en Estrella del alba de Wu Ming 4. Casi todos los textos de esta entrada ha sido sacados de las obras de JOSEPH PEARCE (autor de Tolkien: hombre y mito, J. R. R. Tolkien Señor de la Tierra Media y Wisdom Innocence: A Life of G. K. Chesterton. Su primera novela, The Three Ys Men es, según su propia estimación, “un bullicioso retozo en la tradición de Belloc y Chesterton con una pizca de la ficción de Tolkien más ligera”)]

LOS FUERTES LAZOS DE AFINIDAD ENTRE TOLKIEN Y CHESTERTON

Chesterton reúne las condiciones necesarias para ser un hobbit honorario”.
JOSEPH PEARCE
Los hobbits, escribió Tolkien, son muy aficionados a las historias y es fácil figurarse Egidio, el granjero de Ham y La Taberna Errante entre los primeros lugares de los libros más leídos por los hobbits”.
JOSEPH PEARCE

G. K. Chesterton

[…] La relación de la Comarca con el distributismo de G. K. Chesterton y Hilaire Belloc reviste una particular importancia. La visión que tenía Tolkien de la Comarca era sorprendentemente similar a la que adoptó durante las décadas de los veinte y los treinta la Liga Distributista, de la que Chesterton era presidente. El credo distributista de que la propiedad privada debía ser disfrutada por el máximo de población posible, para que la gente se liberara de la “esclavitud salarial” de los grandes negocios o el monopolio estatal, aparece de modo sucinto en El Señor de los Anillos, en los pensamientos de Sam Gamyi: “conservaba aún, en lo más hondo de sí mismo, el indomable sentido común de los hobbits… El pequeño jardín de un jardinero libre era lo único que respondía a los gustos y a las necesidades de Sam; no un jardín agigantado hasta las dimensiones de un reino; el trabajo de sus propias manos, no las manos de otros bajo sus órdenes”. Las consecuencias para la Comarca una vez “el indomable sentido común de los hobbits” fue reemplazado por la codicia y el deseo de poder quedan ejemplificadas cuando los hobbits regresaron a casa para encontrar desolada la tierra que amaban. Su querida Comarca se estaba convirtiendo en un Mordor en miniatura […].

NEIL GAIMAN SOBRE TOLKIEN, LEWIS Y CHESTERTON


Neil Gaiman

[salvo el texto de Gaiman, el resto son extractos de las obras: TOLKIEN: HOMBRE Y MITO y J.R.R. TOLKIEN: SEÑOR DE LA TIERRA MEDIA, ambas del autor Joseph Pearce (que ha dirigido reuniones de la G.K. Chesterton Society y publicó en 1996 una biografía de Chesterton titulada WISDOM AND INNOCENCE]

En el año 2004, en la Mythopoietic Society, el conocido escritor y guionista Neil Gaiman (autor de títulos como Stardust o Sandman y ganador de varios y prestigiosos premios literarios), pronunció un discurso acerca de tres autores que influyeron en su carrera: J.R.R. Tolkien, C.S. Lewis y G.K. Chesterton.

El texto completo puede hallarse en inglés en la página oficial deGaiman, pero, a continuación, reproducimos un extracto traducido del mismo, correspondiente a la parte en la que se refiere a Tolkien, que hemos encontrado aquí.

[…] Ahora, si existe una manera incorrecta de encontrar a Tolkien, yo hallé a Tolkien de una forma completamente incorrecta. Alguien había dejado una copia de un libro en rústica titulado The Tolkien reader en mi casa. Contenía un ensayo - "Tolkien`s Magic Ring" (El Anillo Mágico de Tolkien) de Peter S. Beagle - algo de poesía,  Hoja de Niggle y Egidio, el granjero de Ham. En retrospectiva, sospecho que lo recogí únicamente porque estaba ilustrado por Pauline Baynes (N. del T.: Neil Gaiman aclara antes en su discurso que conocía el trabajo de Baynes ilustrando Narnia, de C. S. Lewis, y que tuvo durante muchos años un póster con el mapa de Narnia en la pared de su habitación). Creo que tenía ocho, tal vez nueve años.

Lo que fue importante para mí, al leer ese libro, fue la poesía y la promesa de una historia.

Ahora bien, cuando cumplí los nueve cambié de colegio, y encontré, en la biblioteca de clase, un ejemplar maltrecho y muy antiguo de El Hobbit. Lo compré en oferta por un penique a la escuela, junto con una vieja copia de las Obras de W. S. Gilbert, y aún lo conservo.

Pasaría aún otro año más o menos cuando encontré el primero de dos volúmenes de El señor de los anillos, en la biblioteca principal del colegio. Los leí. Los leí una y otra vez: Terminaba Las Dos Torres y empezaba de nuevo al principio de La Comunidad del Anillo. Nunca llegaba al final. Esto no era tan duro como pueda sonar - Ya había leído en el ensayo de Peter S. Beagle que todo terminaba más o menos bien. Aún así, quería leerlo realmente por mí mismo. Cuando tenía 13 años, gané el Premio de Inglés del colegio, y se me permitió escoger un libro. Escogí El Retorno del Rey. Aún lo conservo. Sólo lo he leído una vez, de todos modos - emocionado de saber cómo terminaba la historia - porque más o menos por la misma época también me compré la edición en rústica en un solo volumen [con los tres libros, N. del T.]. Era lo más caro que me había comprado hasta entonces con mi propio dinero, y es ese ejemplar el que aún ahora leo y releo. 
 
Llegué a la conclusión de que El Señor de los Anillos era, muy probablemente, el mejor libro que jamás podría escribirse, lo cual me planteó un dilema. Yo quería ser escritor cuando creciese (En realidad esto no es cierto: yo ya quería ser un escritor por aquel entonces). Y quería escribir El Señor de los Anillos. El problema era que ya había sido escrito.

Pensé mucho sobre este asunto, y finalmente llegué a la conclusión de que lo mejor sería si, mientras tenía un ejemplar de
El Señor de los Anillos, me fugase a un universo paralelo donde el Profesor Tolkien no hubiera existido. Y entonces conseguiría que alguien reescribiera el libro - pues yo sabía que si le enviaba a un editor un libro ya publicado, incluso en un universo paralelo, habría sospechado, y también sabía que mi habilidad para escribir a los 13 años no iba a ser suficiente para escribirlo. Y una vez el libro fuera publicado yo podría, en ese universo paralelo, ser el autor de El Señor de los Anillos, y no puede haber nada mejor que eso. Y leí El Señor de los Anillos hasta que ya no necesitaba leerlo más, pues ya lo tenía dentro de mí. Años más tarde, envié una carta a Christopher Tolkien, explicándole algo que él no había podido aclarar en una nota a pie de página, y me sentí profundamente gratificado al verme en los agradecimientos del libro titulado La Guerra del Anillo (por algo que había aprendido al leer a James Branch Cabell, nada menos) […]”.