Las aventuras de los Yippies (1): Levitando el Pentágono


(Llegó el momento de la acción. Iniciamos una serie de entradas repasando las acciones directas de los yippies, para quienes la palabra "solo tiene sentido si induce e impulsa la acción", como explica Amador Fernández-Savater en el prólogo a Yippie! Una pasada de revolución, de Abbie Hoffman. Utilizamos un fragmento del prólogo de Amador para presentar la levitación del Pentágono, y luego continuamos con algunos de los textos de Abbie sobre el histórico momento. Que lo disfruten.)



CACHONDEO TOTAL EN EL PENTÁGONO (AMADOR FERNÁNDEZ-SAVATER)

El rebelde-payaso no opone al poder su propio poder, sino más bien su propia impotencia, asumida gozosamente. «We’re not leaders, we’re cheerleaders», exclama Abbie Hoffman. Hay que atreverse a hacer el ridículo, a volverse un poco loco. En la marcha antiguerra al Pentágono de 1967, los futuros yippies pretenden levitar el edificio mediante un ritual de exorcismo. La idea es que cuando el hexágono se eleve cien metros en el aire comenzará a girar sobre sí mismo y expulsará los demonios del militarismo y el imperialismo que lo habitan. Las autoridades, algo confundidas por el carácter de la iniciativa y tras pintorescas negociaciones, conceden permiso a los manifestantes para levitar el Pentágono... ¡pero únicamente diez metros! El cachondeo es total. En su autobiografía, Hoffman cuenta muy serio cómo el ritual elevó y exorcizó el edificio endemoniado. No es del todo seguro que mintiera. Allen Ginsberg explicó tras la acción que la burla había disuelto el miedo que infundía (y protegía) la autoridad del Pentágono y que en ese sentido sí lo hicieron levitar.

CÓMO PERDÍ LA GUERRA EN EL PENTÁGONO (ABBIE HOFFMAN)

Hay muchos planes disparatados en marcha. Rodear el Monumento a Washington, el Empire State (verticalmente) y una orgía denominada Día de Hacer el Amor, todo de cara al 21 de octubre. El Día de las Américas una enorme caravana de furgonetas saldrá desde San Francisco para redescubrir América con auténticos exploradores indios, por cortesía del jefe Trueno Rodante [Rolling Thunder] de los soshone. Coches destartalados, autobuses robados, motos, grupos de rock, banderas con flores, marihuana, incienso y suficiente comida para el largo viaje. Rumbo al este. ¡Yupi! Teñiremos de rojo el río Potomac, quemaremos los cerezos, mendigaremos en las embajadas, atacaremos con pistolas de agua, canicas, envoltorios de chicles, bazucas, habrá chicas corriendo desnudas que mearán en las paredes del Pentágono, brujos, swamis, hechiceras, vudú, magos, curanderos y colgados de anfetas lanzarán su magia contra los descoloridos muros. Grupos de rock atronarán el lugar con Joshua Fit the Battle of Jericho. Bailaremos y cantaremos el poderoso OM. Follaremos en la hierba y embestiremos contra las puertas. Todos gritaremos «VÓTAME A MÍ». Levantaremos la bandera de la nada sobre el Pentágono y un inmenso grito de liberación resonará por toda la tierra. «Somos Libres, gran Dios todopoderoso, Libres al fin». Los escolares destrozarán sus pupitres y arrojarán la tinta a los atónitos profesores, los trabajadores de oficinas se despelotarán y correrán por las calles, los repartidores de periódicos romperán los diarios y se sentarán en el bordillo a masturbarse, los tenderos abrirán sus puertas para ofrecer todo gratis, los contables caerán muertos de un fulminante ataque al corazón, los soldados dejarán sus armas. «Se ha acabado la guerra. Vamos a echar un polvo.» Sin necesidad de permisos, ni anuncios en el New York Times, sin enviar cartas, sin reuniones. Ocurrirá porque habrá llegado el momento

(...)

Artaud está vivo en los muros del Pentágono, reventando las costuras de la protesta convencional, inyectando nueva sangre en el movimiento pacifista. Sangre de verdad, sangre simbólica y —como camuflaje— sangre fosforescente. Algo para todo el mundo.

Día de la llegada al Pentágono y se oyen los cánticos: «¡Caña al Ejército! ¡Caña al Ejército!»(1). El SDS agarra la pelota, con la mirada al frente. Robin corta la cinta con un cuchillo de caza y comienza el Ataque de la Brigada de las Flores.

Un melenudo rompe una ventana y le tiran a golpes al suelo. El Pentágono vibra y comienza a alzarse. Alguien le da a un militar una octavilla sobre el imperialismo estadounidense, otro lo rocía con LACE, un potente spray sexual que hace que «te quites la ropa y hagas el amor» (según la revista Time), la gente mete flores en el cañón de los rifles, los manifestantes se tiran gas lacrimógeno entre ellos (según el Washington Post).

Una chica le baja la cremallera a un policía militar y el Sargento Pepper le pide a la banda que toquen el himno estadounidense. Dejan en el suelo las banderas del Viet Cong y agarran sus instrumentos. Oh, say, can you see...(2). Cuando ha acabado alguien grita, «A jugar a la pelota» y comienzan otra vez los empujones.

FLASHBACK: Mi chica y yo, vestidos con sombreros del Tío Sam y Banderas de Flores, saltamos una valla de alambre de espino y en un momento estamos rodeados de soldados.  
—Somos Mister y Miss América y reclamamos esta tierra en el nombre de la América Libre. Plantamos la bandera y aguantamos la posición. Los soldados están perplejos. ¿Puedes pegar al Tío Sam? Recitamos conjuros.
—Están detenidos. ¿Sus nombres?
—Mister y Miss América. Miss América está embarazada.
Los soldados bajan sus porras en señal de respeto.Un sargento escribe en su cuaderno: «Mister y Miss América. Entraron sin autorización». Nos sentamos y hacemos el amor. Otro sargento anula la detención. Un teniente nos detiene. Un cabo cancela la detención. Seguimos haciendo el amor.
Tras unos veinte minutos nos ponemos de pie y ofrecemos lamano a los sargentos. Rechazan darnos lamano.Nos alejamos envueltos en luz, dispuestos a liberar otra zona. La multitud nos ovaciona. «Puedes hacer lo que quieras, es un país libre, hazlo sin más, no te andes con chorradas.» 

(...)   FLASHBACK: «67-68-69-70»
—¿Se puede saber qué estáis haciendo?
—Midiendo el Pentágono. Tenemos que ver cuánta gente hace falta para formar un círculo que lo rodee.
—¿Que estáis haciendo qué?
—Es muy sencillo. Mire, el Pentágono es un símbolo de maldad en la mayoría de las religiones. Usted es religioso, ¿no?
—Eh... sí.
—Pues la única forma de exorcizar los espíritus malignos que habitan aquí es hacer un corro alrededor del Pentágono. 87-88-89...
Los dos exploradores son rápidamente rodeados por un grupo de guardias, agentes del FBI y soldados, con unas armas que acojonan.
—112-113-114...
—¿Vais en serio? Va contra la ley medir el Pentágono.
—¿Vais en serio? Enséñenos esa ley. 237-238-239-240. Ya está. Sargento, ¿cuánto es 240 por 5?
—¿Cómo? ¿Qué coño pasa aquí?
—1200 —responde Bruce, un agente con aspecto imponente que luego nos dice que trabaja en un departamento de seguridad que ni siquiera tiene nombre aún.
Les enseñamos nuestras octavillas. Nos detienen por tirar basura.
—Esto parece Alice’s Restaurant(3). ¿Estáis de broma? Esto no es basura, es arte. —Basura.
—Arte.
—Basura.
—¿Y qué tal Arte Basura? —dice Bruce tras dos horas. Nos dejan en libertad, pero tenemos que salir furtivamente para evitar que Bruce nos siga y encuentre la maría Acapulco Gold que tenemos en el coche.  

La magia está empezando a funcionar, pero hay que convencer a los medios. No puedes ir a decirles «Perdón, pero el Pentágono va a levitar el 21 de octubre». Tienes que enseñárselo.
Viernes 13, el Village Theater, magos, brujas, colgados de anfetas, los Fugs(4) y un variado surtido de pirados, además de un no creyente llamado Krassner. «¡Más arriba, más arriba, más arriba! ¡Hasta que esté bien colocado!»
(¿Es legal decir «¡más colocado!» en un teatro lleno de gente?)(5).
Quemamos una maqueta del Pentágono y utilizaremos las cenizas para hacer que levite el original la semana siguiente. Los medios de comunicación son gratis. Usadlos, no hace falta pagar. No compres espacios publicitarios, haz las noticias. 

FLASHBACK: «Póngame con el departamento de noticias locales... Hola, me he salido de los diggers porque tienen una nueva droga sexual que se llama LACE. Quieren utilizarla en el Pentágono. Va contra mi ética utilizarla en personas contra su voluntad, así que quiero confesar. Lleva LSD y DMSO, un elemento muy penetrante. Es ácido lisérgico criptoetileno, de color morado. Si quiere venir le hago una demostración de cómo funciona.»
La rueda de prensa es a las ocho de la tarde. Hay dos parejas en un sofá. Rocían a los cuatro con el líquido morado. Desaparece en su piel. Tienen cara de estar aturdidos. Se desprenden de la ropa lentamente, como robots. Los periodistas jadean. Comienzan a follar como no-robots. Tras media hora se pasa el efecto de la droga.
—¿Alguna pregunta, caballeros?

LACE, la nueva droga del amor, va al Pentágono.
Esta historia del exorcismo está empezando a ponerse interesante. Veamos si el Progressive Labor37 es tan potente como LACE. El acontecimiento del Pentágono trascendió la cuestión de la guerra. The War Is Over [La guerra ha acabado], canta Phil Ochs, y la protesta se dirige contra todo el tejido de una sociedad opresiva, aturdida, brutal.
Los manifestantes se convierten en animales políticos al cien por cien.
Surge una totalidad que deja sin sentido el término ‘político’. «La guerra ha acabado.» Todo el mundo grita. Alguien escribe Lyndon Johnson ama a Ho Chi Minh en un muro. 

Al corro del Pentágono, fumaremos marihuana
Veinticuatro generales van a pudrirse mañana
A los malos espíritus los vamos a exorcizar
La guerra ya se acabó, vamos gritando sin parar

Los soldados tienen en su mano la opción. «¡Uníos a nosotros, uníos!», les gritamos. Tres nos hacen caso. Dejan los escudos y las armas y se salen de la fila. Los sargentos los atrapan y los llevan de vuelta al olvido y al castigo.
Llevo seis horas de viaje. Alucinante, gracias a fuertes dosis de revolución, sin comida ni agua, con una pastillita morada que me ha dado Charlie del Oracle de San Francisco.

Se apodera de mí una sensación de integración que surge tras mear en el Pentágono: una combinación de necesidades biológicas y emociones.

Mi chica y yo nos retiramos a las entrañas de D. C. y nos permitimos una noche de descanso tras una orgía de champán servido en el casco de un policía militar. Esto sí que es una pasada de revolución.

Los padres preocupados llaman al Departamento de Defensa para comprobar que no han detenido a sus hijos y reciben el consejo de llamar a la oficina del Mobe. Venimos dispuestos a dar nuestra vida y discutir la ética de aparcar en un paso de peatones.

NOTAS:

(1) Los hippies se apropian del grito de guerra (Beat Army) que en los partidos de fútbol americano entre la armada (Navy) y el ejército de tierra (Army) profieren los primeros.
(2) Primeras palabras del himno nacional estadounidense.
(3) Canción del cantautor Arlo Guthrie en la que relata cómo fue detenido por tirar basura.
(4) Grupo musical creado por los poetas Ed Sanders y Tuli Kupferberg que participó en protestas contra la guerra de Vietnam.
(5) «Más arriba» (Higher) es un juego de palabras con high, cuya principal acepción es ‘arriba’ (en referencia a la levitación del Pentágono), pero que también significa ‘drogado’. «¿Es legal decir “¡más colocado!” en un teatro lleno de gente?» ironiza sobre la frase «Gritar “fuego” en un teatro lleno de gente», que en el ámbito judicial estadounidense alude a la necesidad de imponer límites a la libertad de expresión.
(6) Partido comunista estadounidense con raíces maoístas

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