Reggae, Rasta, Revolution

Cuando me llegó el libro por correo, habían pasado ya años desde que leyera en la selecta bibliografía incluida por Lloyd Bradley en Bass Culture que Reggae, Rasta, Revolution (subtítulo: Jamaican Music from Ska to Dub), de Chris Potash, es "una antología muy disfrutable que construye un cuadro poliédrico de la estructura, la política, la religión, la sociología, la internacionalización y los realizadores del reggae".

Hacía tanto tiempo que no recordaba que es una colección de textos de diferentes autores y, pese al admirable título, tardé tiempo en prestarle atención, ya que los libros de música que agarran de aquí y allá para presentar un mejunje final vendible sin pies ni cabeza no me atraen demasiado. Tampoco ayudaba la foto de Marley en la portada (no por Marley en sí, sino por prejuicios anticomerciales) ni la ausencia de fotos en el interior.

Craso error. Con el tiempo, el libro de Potash es uno de esos textos a los que se vuelve continuamente y por ese motivo agradezco tanto las notas a lápiz que, para desgracia de los que mantienen sus libros tan pulcros como el día que los compraron, tomé al margen. Tanto garabeteé sobre sus páginas que me está costando mucho seleccionar textos con los que ilustrar la riqueza del compendio de Potash, que aparte de seleccionar y editar los materiales procedentes de revistas, periódicos, libros y webs, escribe una presentación de diez páginas que toca algunos temas centrales de la música de la isla: mística y política, los inicios saltarines del ska y la psicodelia del dub, la curiosa pasión jamaicana de los skinheads, la globalización del reggae...

Vamos ya con algunos ejemplos del tipo de temas que recoge el libro (a veces basta con el título):

Linton Kwesi Johnson, poeta dub
  • "Reggae, rastafarianismo e identidad cultural", de Verena Reckord.
  • El lenguaje y la identidad de los rastas, de John W. Pulis.
  • Textos sobre Marley: una entrevista de Bob con Melody Maker, un artículo sobre el viaje de Marley a Zimbabwe, una entrevista con Rita, Ziggy y Cedella Marley.
  • Un texto del crítico rock Lester Bangs en el que analiza sus motivos para amar el reggae.
  • Una entrevista con Jimmy Cliff.
  • Cuatro páginas de Lloyd Bradley escritas en 1996 en las que explica a los incrédulos que el creciente mercado de reggae en CD ofrecía algunas ventajas a los aficionados al género. 
  • Un análisis  de Hebdige sobre marginalidad, criminalidad y rebeldía que traza una línea desde los tambores rebeldes de las plantaciones hasta los rastas pasando por los rudies o matoncillos urbanos.
  • Artículos sobre Lee Scratch Perry y Buju Banton.
  • La identidad jamaicana a través del dub y Linton Kwesi Johnson en UK.
  • La explosión del dancehall.
  • ¿Qué demonios es un sound system? por Andrew C. Campbell (alias Tuffie)
  • Los nexos entre los indígenas americanos y el pueblo negro, entre el jazz y el reggae, etc etc etc.
En definitiva, una pena que no hubiera pillado antes el libro, porque de haberlo leído antes de escribir "Reggae: una cultura supersónica", lo habría fusilado a diestro y siniestro. Os dejo con un fragmento del texto de Bradley incluido en el libro que me llamó especialmente la atención:

El reggae siempre fue instantáneo en su relación entre el música y su público. Es un evento de participación masiva, con el énfasis en la masa, totalmente apartado del concepto triste y solitario de sentarse a escuchar discos con auriculares, moviendo la cabeza y murmurando 'lo impresionante' que es. De hecho, el rock progresivo y sus sucedáneos parecen haber ignorado Jamaica por completo. Desde el primer día, en los años cincuenta, la dirección del reggae la dictaron las personas a las que iba dirigido. Y todo lo que la gente quería [...] era mover el cuerpo.

Siete estrategias para sabotear La Hipótesis Cibernética (en programa de radio)



Según Tiqqun, vivimos en el tránsito entre el paradigma soberano del poder (vertical, estático, centralizado) y el cibernético (horizontal, dinámico, distribuido). El orden cibernético es un orden que alimentamos entre todos, con nuestra participación, feedbacks y datos. El modelo serían Google o Facebook, pensados como formas de gobierno y no solo como inocentes páginas de contactos o buscadores. Un poder radicalmente distinto, pero no menos opresivo. En el programa de hoy trataremos de plantear modos de sabotear La Hipótesis Cibernética (LHC)

Programa de radio en El Estado Mental 
(abrir directamente en reproductor externo)


Referencias usadas:


 Músicas:


Marcas:

Presentación del programa y de la musica (free jazz)
minuto 4.00: ¿Quién o qué es Tiqqun?
minuto 8.25: ¿Qué es La Hipótesis Cibernética?
minuto 20.40: Del orden económico al cibernético
minuto 25.20: La Hipótesis Cibernética no como orden estático, sino como dinámica de autoorganización
minuto 45.08: El orden cibernético gobierna por anticipación
minuto 1.00.20: Sabotear La Hipótesis Cibernética (7 estrategias)
minuto: 1.01.45: La lentitud 
minuto: 1.14.20: El ritmo
minuto: 1.21.40: La niebla

¿De dónde salen los textos que incluimos en La Hipótesis Cibernética?


 (Entrada anterior: ¿Qué es La Hipótesis Cibernética?)

«La hipótesis cibernética» es un texto aparecido en el número II de la revista Tiqqun (2001). Ese número II llevó por título: Zonas de Opacidad Ofensiva.

En esta edición, hemos decidido acompañarlo de un texto del Comité Invisible que retoma y actualiza la crítica de LHC desde sus más recientes avances (redes sociales, smart cities, open government, etc.). Se trata de «Fuck off Google» y es el quinto capítulo del último libro del Comité Invisible, A nuestros amigos. Pepitas de Calabaza publicará el libro en mayo de 2015 y nos ha autorizado generosamente a publicar aquí ese capítulo (¡muchas gracias, Julián!). «Fuck off Google» prolonga la crítica de LHC y añade, a las estrategias de subversión mencionadas antes, una reflexión inédita sobre la potencia y algunos límites de las prácticas hacker.

Finalmente, el libro se abre con un texto breve de Giorgio Agamben, leído en una conferencia tumultuosa desarrollada en el contexto de la detenciones antes referidas. El texto de Agamben ofrece, de manera muy sucinta, dos o tres buenas claves para entender de dónde viene y en qué consiste la especificidad y la potencia del pensamiento de Tiqqun, destacando sobre todo la idea de que, más allá de una crítica de «el Poder», para Tiqqun se trata sobre todo de un análisis (estratégico, es decir, orientado a la acción) de los diferentes dispositivos de poder. En el caso de este libro, de la hipótesis cibernética.

"Como abogado tuyo te aconsejo..." (VIII)


Óscar Zeta Acosta


“Como abogado tuyo, te aconsejo que no te preocupes”.  
[Esto va por quien quiera venir a vernos a la Feria del Libro este fin de semana: caseta 178 con nuestros socios de la editorial Antonio Machado]


DR. GONZO (alias Óscar Zeta Acosta
en "Miedo y Asco en Las Vegas" de Hunter S. Thompson.


¿Qué es La Hipótesis Cibernética (LHC)?

(comenzamos a destripar en varias entradas la nota editorial y el glosario con los que tratamos de situaros antes de sumergiros en La Hipótesis Cibernética de Tiqqun; alguna parte está ya en la contraportada y solapas que hemos subido a la web, pero en esta versión los textos están completos)



Al mismo tiempo una teoría y una nueva forma de gobierno, La Hipótesis Cibernética (LHC) es una definición de lo vivo y una tecnología de poder.

Una teoría, fundada por los científicos e ingenieros Norbert Wiener, Claude Shannon, Gregory Bateson o John Von Neumann y con múltiples prolongaciones hasta nuestros días (tecnologías de la comunicación, inteligencia artificial, ciencias cognitivas), que postula los comportamientos biológicos, físicos y sociales como íntegramente programados y programables. Una tecnología de poder, para la cual gobernar significa «coordinar racionalmente» los flujos de informaciones y decisiones que se producen «espontáneamente» en el cuerpo social.

Según Tiqqun, vivimos en el pasaje que va desde el paradigma soberano del poder (vertical, estático, centralizado y trascendente) hasta el cibernético (horizontal, dinámico, distribuido e inmanente). El orden cibernético es un orden que alimentamos entre todos, con nuestra participación, nuestros feedbacks, nuestros datos. El modelo serían Google o Facebook,si los pensamos como formas de gobierno y no simplemente como inocentes páginas de contactos o buscadores. El poder cibernético extrae y procesa información, gestiona lo vivo
entendido como información, aspira a gobernar el mundo como Facebook o Google gobiernan las redes virtuales.

La visión cibernética del mundo es la de un vasto complejo de circuitos homogéneos que se trata de engrasar permanentemente, filtrando y ordenando la información, restableciendo una y otra vez el equilibrio, detectando las anomalías, estructurando las posibilidades, previendo o gestionando los accidentes. Para que todo fluya. En un orden circular. En un ecosistema controlado. En un hormiguero humano.

¿Qué estamos pidiendo entonces cuando, en las plazas, las calles o las redes, reclamamos más transparencia, más comunicación, más participación, más cercanía y contacto entre gobernantes y gobernados, un gobierno más abierto y a la escucha...? ¿Un perfeccionamiento de LHC?

Tiqqun apuesta más bien por devenir ingobernables. Es decir, opacos a la visión cibernética, ilegibles para sus códigos, imprevisibles para sus máquinas de computación y control.

¿Cómo? Por un lado, aprendiendo a discernir en lo real lo que escapa, lo que hace obstáculo a LHC, a su racionalidad fría, a su tiempo «real»: los cuerpos y sus encuentros, las palabras errantes, la temporalidad que implica toda duración. Ruidos, fluctuaciones y perturbaciones para LHC.

Por otro, buscando inspiración en los más diversos campos –desde la acción política a las ciencias, pasando por la literatura o la filosofía– para inventar técnicas y estrategias que desordenen LHC y su mundo: el ritmo del free jazz, la interferencia según William Burroughs, el caos fecundo teorizado por Ilya Prigogine, el pánico tal y como lo describe Elias Canetti, la revuelta invisible planteada por Alexander Trocchi, la guerrilla difusa diseñada por Lawrence de Arabia, la línea de fuga conceptualizada por Deleuze y Guattari, la niebla narrada por Boris Vian...
Finalmente, como se verá, la cuestión revolucionaria no es un problema de programa, sino de ritmo.

El gobierno cibernético. Teoría y acción política frente a la datificacion del mundo




Título: La hipótesis cibernética
Autor: Tiqqun 
(con G. Agamben y Comité Invisible)
Editorial: Acuarela & A. Machado
Precio: 12 euro

Es indudable que todavía reina cierta ingenuidad “ontológica” y “política” por cuanto se refiere a la tecnología. No pensamos, casi nunca, que la tecnología (en sus diferentes formas y soportes, desde el motor de búsqueda o las redes sociales hasta el smartphone, la smartcity, etc.) no se inserta en el mundo, sino que crea mundo; como también solemos ignorar que, detrás de cada dispositivo tecnológico, hay un conglomerado de intereses y explotaciones socioeconómicas, una nueva forma de poder político en juego. Y eso es lo que señala, precisamente, el libro ‘La hipótesis cibernética’. Lo firma Tiqqun.
“Tiqqun”, además de una palabra de la cábala, es también el nombre de un no-grupo (¿francés?) que publicó un par de números de una revista de pensamiento político subversivo, y que estuvo –según se dice, pues apenas se sabe algo- en el origen de la llamada “Comuna de Tarnac”, acusada de sabotaje en 2008 y demonizada como “movimiento anarco-autónomo” por los media. De esa comuna, y de la colaboración con otras personas, surgieron algunos libros de teoría y acción política que han tenido un potente recorrido e influencia, como el ya célebre ‘La insurrección que viene’ firmado por el Comité Invisible.
En el libro publicado ahora, se presentan 3 textos. Un prólogo del filósofo italiano Giorgio Agamben, donde describe la posición teórica de este no-grupo Tiqqun como la identificación de las dos perspectivas foucaultianas, las técnicas de gubernamentalidad y los procesos de subjetivación. Los otros dos textos, que configuran propiamente el libro, analizan el sujeto y la sociedad en un momento en que la humanidad ya no puede entenderse sin su entorno tecnológico. ‘Fuck off Google’, firmado por el Comité Invisible, y ‘La hipótesis cibernética’, del mencionado no-grupo Tiqqun, desarrollan rigurosamente el cambio político que ya estaríamos viviendo: el poder no está centralizado, no es fijo ni actúa verticalmente, sino que se basa en el dinamismo, en la datificación del mundo, en los sujetos como “perfiles”, en la comunicación, en la información, en la horizontalidad y las redes que hoy tanto adoramos como “herramientas democráticas”…
Para Tiqqun, la acción política que necesitamos no es entonces crear más redes, ni reclamar horizontalidad o más información, ni acelerar la comunicación para organizarnos (todo ello va en favor de ese nuevo poder cibernético), sino adoptar la ralentización, un ritmo de desconexión; crear zonas de opacidad, extender la niebla para no ser “datificable” por Google o FB, devenir más cuerpo y menos “perfil”, porque se trata de devenir irrepresentables y, así, ingobernables... –XAVIER BASSAS

Reseña de La Hipótesis Cibernética publicada en Encuentros, suplemento cultural del Diari de Tarragona, el 30 de mayo de 2015. 



Los Sex Pistols estaban financiados por la URSS para "desestabilizar el mundo occidental", admite un exagente del KGB

(artículo original en inglés)


Los primeros Pistols, en una foto de la autobiografía Rotten
Alexandrei Varennikovic Voloshin, agente jubilado del KGB, ha reconocido esta semana en la cadena rusa de televisión que la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) se encontraba detrás de la creación de la escena punk de los 70 y financió a importantes grupos del movimiento como los Sex Pistols, los Clash y los Ramones.


El gobierno soviético de la época gastó "cientos de millones de rublos" en esta operación secreta con la que pretendían "crear un caos absoluto" y "pervertir a la juventud occidental y convertirlos a ideologías nihilistas, antisistema y antiamericanas", explicó en una entrevista de una hora retransmitida en la televisión estatal.

De hecho, las famosas canciones del legendario grupo de punk Sex Pistols las escribió un equipo de psicólogos y propagandistas bélicos de la URSS. “I am an anarchist” ("Soy un anarquista"), “God save the Queen and her the fascist regime” ("Dios salve a la Reina y su régimen fascista"), “No future” ("No hay futuro") y otras letras nihilistas y antisistema pretendían desatar una oleada de cinismo hacia las autoridades, fomentar el uso de drogas duras y atraer a la juventud hacia ideas revolucionarias contrarias al sistema.

El agente jubilado del KGB afirma que el plan tuvo un gran éxito.

En aquel momento entendimos que la música era un medio poderoso de propaganda con el que llegar a los jóvenes", explicó Varennikovic, de 77 años.

Nuestra misión era utilizar la rabia adolescente en nuestro beneficio y convertir la generación occidental del 'baby boom' en una cultura decadente, drogadicta y antisistema que generara levantamientos y sumergiera las democracias occidentales en un caos absoluto. Llegamos a infiltrarnos en las emisoras de radio populares para promover esta música y llegar a millones de personas todos los días", reconoció, visiblemente orgulloso de los logros obtenidos.

Para muchos de los que estábamos en el KGB, infiltrarnos en la escena punk de los 70 fue uno de los experimentos de propaganda soviética más exitosos hasta el momento", reconoció durante la entrevista.

Algunos expertos admiten abiertamente que el nihilismo punk, que se expresó mediante el uso de drogas más duras y autodestructivas como la heroína y la anfetamina, llevó al presidente estadounidense Richard Nixon a la Guerra Contra las Drogas, una campaña de prohibición de drogas e intervenciones militares con el objetivo declarado de reducir el tráfico ilegal de drogas en Estados Unidos y el resto del mundo.


Los ritmos africanos del reggae (y IV)


(cerramos aquí la conexión rítmica rasta-África-reggae, en este caso con un fragmento de la Rough Guide, un libro del que ya hablamos en la bibliografía reggae -disculpen de nuevo la apresurada traducción, es un libro que sorprendentemente aún no tiene versión en español-; y más abajo os invitamos a escuchar otra exhibición de percusiones jamaicanas, Keep Cool Babylon, de Ras Michael & The Sons of Negus)

Mucho antes de que Jamaica tuviera una industria discográfica, la música desempeñaba un papel vital en las vidas de la gente, sobre todo de la mayoría pobre. De generación a generación sobrevivieron fuertes y variadas tradiciones y no faltaban los acompañamientos musicales en los funerales, las ceremonias religiosas, el trabajo y los eventos sociales de todo tipo. Desgraciadamente, como con todas las auténticas músicas populares, los ejemplos de estas tradiciones solo se grabaron cuando ya habían dejado de ser centrales ─o estaban a punto de dejar de serlo─ para la vida cotidiana de la mayoría de los jamaicanos, incluso en las áreas rurales. [...]
La mayoría de los jamaicanos descienden, al menos en parte, de africanos del centro y de la costa occidental de África, esclavizados por los ingleses para trabajar en las plantaciones que hicieron de la isla una valiosa colonia desde la mitad del siglo XVII hasta la abolición de la esclavitud en 1838, como recordaron al mundo tantos cantantes reggae de los setenta. No es extraño que la cultura folclórica haya reflejado directamente esta herencia, no solo en lo que ha retenido de África ─sobre todo el papel central del tambor─ sino también en los elementos de la cultura que se les impuso en Jamaica. A este híbrido de elementos africanos y europeos ─sobre todo británicos─ se le añadieron los de otras razas [...]
[...] Dos de las tradiciones folclóricas jamaicanas más influyentes datan del auge de los cultos evangelistas durante mediados del siglo XIX [...] Tanto el Revival Zion como la Pocomania combinaban elementos religiosos africanos y cristianos, e incluían palmas, golpes con los pies y la utilización de bombo, caja, címbalos y maracas.
La influencia de los dos se encuentra, junto con las misas de las iglesias bautistas a la estadounidense, en los primeros discos del grupo jamaicano vocal más exitosos de los sesenta, los Maytals (más tarde conocidos internacionalmente como Toots and the Maytals). Los ritmos de las misas de Pocomania también han resurgido en los dancehalls. El innovador productor jamaicano Lee Perry, por ejemplo, se habría inspirado en estos ritmos para componer su éxito People Funny Boy [etc. etc.]


(ver todas las entradas de ritmos africanos y reggae